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La semana de las 4,000

 


 

El próximo 31 de agosto, habré impartido, si Dios lo permite, 4,000 sesiones en dos escuelas de negocios que llevo en mi corazón: el IPADE y la Unis Business School (UBS). Con mi afán de ir anotando las clases que he dado en ambas escuelas desde 1998, he logrado prever que para ese día cumpliré las 4,000 clases. Como siempre, puede haber error de más o menos alguna sesión no anotada u otras que no debería haber anotado. Y tampoco tomo en cuenta las sesiones que di entre 1990 y 1997 en la UBS, que tampoco fueron tantas.

 

Al mismo tiempo, llegar a este número me ha hecho reflexionar que ha sido demasiado rápido pasar de las 3,000 a las 4,000. El 12 de mayo de 2016 celebré las 2,000 sesiones en el IPADE y en marzo de 2017 las 1,000 en Guatemala. Este nuevo aniversario de agosto de 2020 proviene de casi 2,600 en el IPADE y 1,400 en la UBS. Esto da como promedio unas 250 sesiones al año, cosa que prácticamente duplica lo que debería estar dando. Mi propósito es “bajarle dos rayitas” a este trajín de subirme a un avión, dar sesiones, correr, regresar, ir, volver, migración, aduana… espero que lo pueda lograr.

 

La sesión 4,000 la festejaré el lunes 31 de agosto. Ese día tendré que dar tres sesiones de hora y veinte minutos por la tarde, con tres grupos distintos, uno de México y dos de Guatemala; así que para mí esas tres sesiones serán el número 4,000… y si me sale bien, creo que haré la “semana 4000”, como le quise poner de título a este post.

 

Como escribí hace 4 años, el hecho de una celebración de una cantidad redonda de sesiones no implica nada de ser mejor o peor. Quizá lo único que implica es que he tenido la constancia de llevar anotadas las sesiones que he ido dando. Es lo malo de generar estos datos inútiles pero interesantes que a algunos nos gustan tanto.

 

Las clases en maestrías en negocios pueden ser un poco más complejas que las de Universidad (está claro que depende de muchos factores). Cada sesión es un todo, y se inicia y termina allí mismo; quizá aquí estriba una buena parte de la dificultad). Con la metodología del caso, tienes que hacer participar a los participantes (valga la redundancia) para llevar la sesión bien. Esa hora y veinte es de total concentración, has preparado a fondo la clase y siempre te sale alguna novedad nueva que te puede destantearla sesión. Como recordaba hace poco un colega a quien admiro mucho, ¡ay! del día que entres a sesión sin nerviosismo. Efectivamente entras con nerviosismo a todas las sesiones. Luego, éste se va calmando poco a poco hasta desaparecer (casi siempre: algunas veces, sigue ese nervio -o el sufrimiento- hasta el final de la sesión).

 

Una de las cosas más geniales de dar clase es el aprendizaje. Casi siempre aprendes. Y cuando no aprendes en sesión es porque tienes que haber aprendido a sacarle a los participantes más sus experiencias. La ventaja de las clases participativas es que ninguna es igual que otra, aunque sea el mismo tema, el mismo caso: siempre tiene cosas distintas, que enriquecen.

 

Pero lo que sí es lo máximo de dar sesiones es que conoces a muchas personas. Lamentablemente no las llegas a conocer a cada uno a fondo, porque es casi imposible. Pero luego sí vas haciendo amistad con una que otra persona. Y esto, que es lo máximo, termina siendo lo peor, porque después de un par de años, dejas de ver a aquella persona que veías casi semanalmente.

 

Platicando hace poco con un participante de la Maestría en el IPADE me empezó a comentar sobre sus compañeros. “Fulano es dueño de tal empresa”, “Mengana es socia de esta empresa grandísima”, “Perencejo es el mayor inversionista de…”. Y así, uno tras otro hablando de sus compañeros. Al final le comenté: “menos mal no lo supe antes. Toda es información me sesga a mí en mi forma de dar clases. Así que mejor no saber tanto de mis alumnos. Cuando terminen sí me encantaría saber más de ellos para admirarlos más. Mientras, mejor no tanto”.

 

Estos meses de pandemia han sido meses duros en cuanto a la cantidad de clases. Por eso se aceleró también la llegada a las 4,000 sesiones. De hecho, la casualidad (Diosidencia, como le llaman unos; Providencia otros) de que el 31 de agosto tenga sesiones en dos países no deja de ser significativo. Lo que sí es que la celebración -si la hay- será toda remota, nada de pastelitos ni fotos…, si acaso una que otra foto en zoom.

 

Por último, no me queda más que darle gracias a Dios por estos 30 años de trabajar en la UBS y por estos 22 años de estar en el IPADE. Han sido experiencias maravillosas donde la amistad relumbra por sobre todo lo demás.

 

Y también muchas gracias a todos por su paciencia y cariño. Y perdón por todo lo que he hecho mal en el aula.

 

 

PS1. Abajo pongo algunos links en este mismo blog donde encontrarás los artículos a los que me he referido en este post.

 

 

https://www.multisargumentis.com/uncategorized/bajale-dos-rayitas/un post reciente, de este mismo mes de agosto donde me refiero a bajarle dos rayitas a la vida.

https://www.multisargumentis.com/uncategorized/30-anos-bregando-en-la-escuela/un post en el que comento los 30 años de trabajar en la UBS.

https://www.multisargumentis.com/uncategorized/mil-gracias-dos-mil-gracias/post de mayo de 2016 donde hablo de mis 2000 sesiones en el IPADE.

https://www.multisargumentis.com/uncategorized/la-experiencia-2000/post de mayo de 2016 también donde comento brevemente lo que había pasado el día de las 2000 sesiones.

https://www.multisargumentis.com/uncategorized/1000-gracias/Post de marzo de 2017 donde hablo de mis 1000 sesiones en la UBS.