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Las 8 hijas de la vanagloria

 

Tenía pendiente, desde hacía un par de semanas, escribir acerca de las ocho hijas de la vanidad, de la vanagloria. Después de conseguir que Alejo me enviara la nota técnica en la que él explica las ocho hijas, descubrí que no eran 8, sino 7.

 

Estas siete hijas de la vanidad provienen de lo que Alejo llama “males de altura”; que son dificultades que se le presentan a las personas que han logrado hacer muchas cosas grandes; o quizá más bien, son problema que se le presentan a los que han alcanzado una posición de altura en alguna organización, aunque no se hayan planteado hacer cosas grandes. También podría lanzarme a afirmar que son males que se nos pueden presentar a todos, aunque no tengamos una posición de importancia “absoluta” pero que nosotros consideremos que es una posición de importancia, pero “relativa”. Casi como cuando metemos un gol en la final del campeonato del barrio y nos creemos que ha sido el gol con el que se gana la Champions (ahora que está por jugarse la final).

 

De cualquier manera, por eso se habla que la vanagloria es un vicio que se opone a la virtud de la magnanimidad; junto a la vanidad, comparten posición contraria a la magnanimidad la ambición y la presunción. Estos tres vicios –vanagloria, ambición y presunción– se oponen a la virtud de la magnanimidad por exceso. Por su parte la pusilanimidad se opone a la magnanimidad por defecto.

 

Vale la pena hacer aquí un recuerdo rápido de las virtudes. La virtud es un hábito adquirido por una persona a través del esfuerzo; que luego facilita la actuación propia de la virtud: una vez adquirida una virtud, ésta facilita sus actos propios. Siempre se dice que la virtud está en medio entre el defecto y el exceso. Los latinos decían in medio virtus para indicar que la virtud está en una cima entre dos simas.

 

En el caso de la virtud de la magnanimidad -virtud poco conocida- es el ánimo grande, la capacidad de plantearse metas grandes. Personales o en vida social o profesional. Los magnánimos son personas que se plantean para sí -y para otros- grandes ideales; se mueven y mueven a los demás a conseguir esas metas, aunque quizá nunca lleguen a verlas en vida.

 

Los problemas de mal de altura se dan, entonces, cuando has conseguido algo grande en tu vida, en tu empresa, en tu familia, en tu sociedad.

 

Lo que nos interesa ahora es hablar de la vanidad o de la vanagloria y de sus siete hijas que ahora trataré de explicar lo mejor posible

 

 La gloria que le corresponde a cada persona está vinculada a la valía y a la excelencia de ella misma. Lo que tiene valor brilla y resplandece de tal forma que la gloria es un bien apetecible y que viene con el esfuerzo por conseguir cosas grandes. (Este párrafo es copia de un texto de Alejo: por eso quedó bonito).

 

El atractivo de la gloria es tan grande que es muy fácil caer en la vanagloria, que termina siendo una gloria vana. Esta vanagloria es uno de los vicios del que nacen otros siete vicios: sus siete hijas.

 

Hay dos formas en los que la vanidad se manifiesta en estos siete vicios. De manera directaeste vicio de la vanidad genera tres pequeños vicios. El vanidoso da a conocer de manera directa la propia excelencia. De manera indirecta este vicio genera otros cuatro pequeños vicios dando a entender que no se es inferior otra persona o a otro logro.

 

Vamos a ver los tres vicios que se generan de manera directa. Que son la jactancia, el afán de singularidad y la hipocresía

 

La jactanciaes una manifestación de los hechos logrados por las palabras. Expresa de forma abierta o sutil lo que sé es, lo que se hace o por lo que se tiene. La jactancia es una manifestación de los hechos logrados. El jactancioso anda diciendo por todos lados -a veces con visos de humildad- todos sus logros, que, además, son objetivos, ciertos.

 

El afán de singularidad y la hipocresía tienen que ver con los hechos a diferencia de la jactancia que es con la palabra.

 

El afán de singularidad se refiere a hechos verdaderos y dignos de admiración cuando se dan a conocer estos puntos.

 

Por su lado, la hipocresía es cuando se quiere llamar la atención sobre hechos ficticios. Este es uno de los vicios más complicados porque quieres ser la sal de todos los platos falsamente.

 

Con relación a los vicios que se manifiestan indirectamente son la pertinacia, discordia, contienda y desobediencia. Como puedes ver por los nombres, son vicios menos conocidos, quizá con la excepción de la desobediencia.

 

Lo característico de estos vicios es que se da a entender la propia valía en función de que no somos inferiores a otra persona.

 

Así la pertinacianos lleva a pegarse en exceso a la propia opinión sin dar crédito a otra que objetivamente pueda ser mejor. Podríamos decir que son similares a la testarudez o la necedad. Pasa esto con mucha frecuencia en las personas con muchos logros -males de altura- que son incapaces de escuchar la opinión contraria. Llega el momento que ante un pertinaz todos sus subordinados le dan siempre la razón, porque de todos modos no oye.

 

Por su lado la discordia es la que impide acceder a la voluntad de los demás.

 

La contiendaes la que conduce a disputas, pleitos acompañadas de gritos y palabras aisladas para demostrar, con esto, que no eres menos que otro.

 

Y por último la desobediencia que se resiste a cumplir las indicaciones recibidas o a respetar lo acordado debido a que tú no eres menos que el otro, por lo que no tengo obligación de obedecer.

 

Como podrás ver estos “pequeños” hijos de la vanagloria son muy frecuentes en los grandes hombres y grandes mujeres. Vicios que conviene tener presente, para tratar de evitarlos.

 

Se puede hablar mucho más de estas situaciones en las que nos podemos encontrar. La ambición, la presunción y la pusilanimidad son dignos de estudio. Y por supuesto, por allí cerca anda también recorriendo el famosísimo vicio de la soberbia, cuya virtud opuesta -la humildad- es tan poco entendida.

 

Espero no haberlos aburrido. Nos vemos pronto.