Mil gracias, Dos mil gracias


Este post de alguna manera refleja una de las facetas de mi personalidad.

Si Dios quiere, el próximo jueves 12 de mayo de 2016, en Guadalajara, daré mi sesión (clase) 2,000 en el IPADE.

Digo que refleja una faceta de mi personalidad, porque pocos profesores llevan la cuenta de las clases (sesiones) que dan en el IPADE. Por diversas razones, a mí me pareció interesante llevar un poco más que la cuenta, pues llevo el detalle de las clases que he dado en el Ipade desde 1998 que empecé a dar.

El dato de 2,000 no tiene comparación con nada ni con nadie. Primero porque no sé si son muchas o pocas; quizá a algunas personas les parecerán muchas y a otros pocas. Pero para mí han sido 2,000 oportunidades de aprendizaje.

Siempre he sostenido, por experiencia personal, que quien más aprende en una clase es el profesor; también he sostenido que para dominar un tema, la mejor manera es impartir un curso sobre ese tema… entonces lo dominarás maravillosamente.

La oportunidad de empezar en 1998 a dar clase en el IPADE fue totalmente circunstancial, casualidades de la vida podría decirse. Yo lo llamo providencial.

Llevaba poco más de 6 meses de estar viviendo en México, estudiando la Maestría para Ejecutivos en el IPADE y trabajando también allí mismo. Por diversas circunstancias (enfermedad, dificultad en el aula, viaje a doctorado), el Área de Finanzas se quedó sin tres profesores en poco tiempo. Y el jefe del Área en aquellos años confió en que yo podía ayudarles.

La verdad que el agradecimiento que le tengo a Carlos Rossell Alvarez (Director del Área de Finanzas del IPADE de esa época, y Profesor Fundador del IPADE) es muy grande. A él le debo, en buena parte, que haya podido ir a estudiar al IPADE, y que luego comenzara a dar algunas clases.

Las primeras 62 que di ese año fueron principalmente de clases introductorias (Propedeúticos) a las finanzas o a la matemática financiera.

Al acabar ese año académico (98-99) retorné a Guatemala, y tanto Carlos Rossell como Lorenzo Fernández (nuevo jefe del Área) me siguieron invitando a dar clases (sesiones) en en el IPADE. Los viajes han sido pocos al principio y ahora son muy frecuentes.

Pues llegar a este número tan redondo de 2,000 sesiones me da mucha alegría y orgullo (espero que del bueno). He aprendido mucho, me he equivocado (y tratado de rectificar), la he pasado «canutas» con algunas sesiones, me he reído mucho; algunos me dicen que los he hecho sufrir también mucho, pero espero que también hayan aprendido mucho.

No es mi objetivo recordar anécdotas aquí, sólo dejar en este blog otra «piedar miliar» de mi trabajo académico.

Quizá sólo me gustaría recordar lo que me pasó en Torreón, Coahulia el 4 de marzo de 1999. Estaba dando una clase para el AD2 (Alta Dirección, Ejecutivos de alto nivel en las empresas) en aquella sede. El caso se llamaba (y se sigue llamando) Play Time Toy. Como es un caso muy cuantitativo y los altos ejecutivos no les gusta hacer números (así pensaba yo), traté de darle al caso un enfoque más estratégico… cuando llevaba como 40 minutos de clase, un participante me levantó la mano. 

Le di la palabra y me dijo: «Aquí en el programa de sesiones de hoy dice que esta es una sesión de Finanzas, y hasta ahorita no has hecho ni un número. ¿Qué vas a hacer?». Mientras hablaba me corrían unas gotas de sudor por la espalda (las sentía correr) y me imagino que cambié de color, pasando por todos los rojos hasta quedar blanco hueso…  Medio empecé a hacer números, pero ya el tiempo era muy corto y se acabó la sesión.

Como tenía un período libre y luego tenía el caso Hampton Machine Tool, me puse a volver a estudiar ese caso a fondo, pero para darle un enfoque absolutamente cuantitativo. Y así fue. A la siguiente sesión no escribí ni una palabra y todo fueron números… creo que el participante quedó contento.

A los pocos días platiqué con Carlos Rossell, y le conté mi metida de pata en esa primera clase. Me recuerdo todavía que me dijo Carlos algo así: «me alegra que te haya pasado eso; son cosas que te deben servir para aprender y mejorar en las sesiones».

Siguiendo su consejo he tratado de mejorar cada día en las sesiones. Aprender de los alumnos y de las discusiones. 



Obvio que no siempre sale bien y que me equivoco con frecuencia. A veces me cuesta oír lo que alguien quiere decir, y a veces me ensaño con alguien de manera particular. Pero trato de hacerlo lo mejor que puedo.

No sé cuántas más daré. Entre la 1,000 y la 2,000 han pasado sólo 5 años. Así que quizá podría llegar a unas 4,000, siempre y cuando al Jefe de allá arriba así le parezca y dé su venia…

Ser profesor es una gran oportunidad de servir a tus alumnos (participantes). Haces grandes amistades, ayudas a algunos, tratas de apoyar a todos, y a veces hasta se recuerdan de uno con cariño. 



Dicho sea de paso, en Guatemala (en la Escuela de Negocios), al día de  hoy llevo un poco más de 950 clases desde 1998 a la fecha. Lamentablemente no llevé bien la cuenta de las clases que di antes de 1997 cuando me fui a vivir a México…

También creo que vale la pena decir que las clases de una escuela de negocios como el IPADE son de 1 hora y veinte minutos, que usa el método del caso preponderamentemente y que cada clase es un todo, y no queda para la siguiente algo qué completar.


Agradezco a todos los que han tenido la paciencia de estar en mis clases y lo que he aprendido con cada uno. Mil gracias, Dos Mil gracias.