Próspero año nuevo

Próspero año nuevo es la frase habitual que se repite a final del año y a inicios del siguiente.

A mi me dejó de gustar esa frase hace muchos años.

Todavía no sé por qué me dejó de gustar.

No sé si fue porque era ya un cliché, algo repetido por todo el mundo.

O quizá fue porque la palabra próspero siempre me ha sonado más a un tema material.

De hecho, una de las acepciones es próspero es “que tiene éxito económico”.

(Aunque he de reconocer que tiene la palabra de marras, un significado también de «favorable, propicia y venturosa»)

La cosa es que desde hace muchos años, en mis felicitaciones navideñas quité el próspero año nuevo y lo he procurado sustituir por alguna frase más de fondo.

Me encantaría que todos tuviéramos un próspero año nuevo, y recibiéramos mejor sueldo, regalos, bonos, bonificaciones, dividendos, etc.

Creo que es bueno eso, no considero que sea malo.

Considero, por otro lado, que solo desear eso es muy limitado.

Y también estoy seguro de que no todos tendrán un próspero año nuevo.

En cambio, pienso que desearle a alguien que el próximo año esté lleno de felicidad, de alegría, de paz, de cariño, de amor, son deseos más de fondo.

Y esos son mis deseos para cada uno.

Alegría

Alegrías, que Dios nos permitirá disfrutar.

Sabiendo que también vienen acompañadas de sufrimientos y dolores.

Es manida la frase de que las rosas tienen espinas.

Así pasa con la alegría, que siempre está unida -de alguna forma- a la Cruz.

Acabamos de celebrar el nacimiento de Jesús.

“Yo bajé a la tierra para padecer” dice una estrofa de un villancico.

Y la Iglesia católica, en su liturgia, celebra a san Esteban, el día 26 de diciembre.

Esteban, el protomártir de Jesús, el primer testigo que dio la vida por Jesús.

Y el día 28 se ha celebrado también a Los Santos Mártires inocentes, aquellos chiquillos que dieron la vida por Jesús, non loquendo, sed moriendo, no con palabras sino muriendo por el Mesías.

Así que alegrías, con Cruz.

Y la alegría, también está unida a la paz.

Esa tranquilidad del alma a la que también todos, de alguna manera, aspiramos.

La paz es consecuencia del esfuerzo para conseguir las metas.

No solo metas materiales, sino también de tipo intelectual, profesional y principalmente, en el conseguir metas espirituales.

Así que alegría con paz, fruto del esfuerzo por conseguir las metas.

No nos llegarán “caídas del Cielo”, sino que tendremos que esforzarnos un poco.

Aunque, he de rectificar, diciendo que muchas veces la alegría y la paz sí nos caen del Cielo.

Ah, de los propósitos.

Es clásico que a fin de año nos hagamos propósitos.

Bueno, que hagan propósitos, porque ordinariamente yo no espero a fin de año para hacerme un propósito.

Quizá fue una deformación de cuando en La Tierra y sus Recursos entendí qué era exactamente un año.

Y comprendí que es una fecha arbitraria; es un paso de un día a otro.

Aunque soy consciente de que muchos hacen propósitos este día.

Así que una sugerencia doble.

Hagan pocos propósitos y concretos.

¡Que el año 2022 nos traiga a todos muchas alegría!