Conversaciones a modo de frontón

De vez en cuando tienes conversaciones a modo de frontón.

O, para ser más actuales, alguien que te sirve de «pádel».

(El pádel está poniéndose cada vez más de moda)

El frontón es un deporte más antiguo que el pádel.

Ambos usan las paredes, para rebotar la pelota.

Pero bueno, lo que quería comentar es un símil con estos deportes.

El frontón, la pared del pádel, te devuelve la pelota, para que sigas jugando.

Así pasa intelectualmente cuando “frontoneas” algunas ideas y conversaciones.

Es como conversaciones a modo de frontón.

De vez en cuando aparece un amigo en el chat y empezamos a “frontonearnos” ideas.

Al final el pensamiento de ambos resulta enriquecido.

Por otro lado, revisando una lista de palabras y frases que he ido recopilando, para usar aquí, me encontré con una que aplica.

Dice así: “solo los tontos son los que no rectifican nunca”.}

(Para variar, no apunté la fuente… suficiente logro con apuntar la frase, así que sorry)

Estas conversaciones con mi amigo -le nombraré Talío-, salen cosas para rectificar mi pensamiento, y en ocasiones, hasta mi conducta.

No sabemos todo y podemos tener ideas erróneas, que con un poco de rebote de frontón y humildad personal, es fácil rectificar.

Y como tampoco somos tontos, pues es fácil rectificar lo suficiente como para enriquecernos.

Hablando con Talío, reflexionábamos sobre varias cosas.

Y una de ellas era sobre precisamente la formación intelectual que dan las carreras universitarias.

Esta conversación me llevó a recordar una experiencia reciente dando una clasede manera remota.

Perdón

Estaba en México y daba una clase con participantes de Guatemala.

Una clase «ruda», llena de números y fórmulas en el Excel.

Explicaba lo más despacio que podía.

Y, por supuesto, alguno que otro se quedaba retrasado.

Esto implicaba que después de un rato me preguntaran algún pequeño detalle que había quedado poco seguro para ellos.

Trato de responder tranquilamente, sin  molestarme.

Aunque luego uno no sabe como lo ven los alumnos… pero eso es harina de otro costal.

(Por cierto, Talío me decía que él no le gusta dar clases, porque no tiene paciencia… allá él.)

Pero bueno, retomo el hilo conductor.

Las preguntas son bienvenidas siempre en clase.

Quienes conocen a los guatemaltecos sabrán que, en general, tienden a ser muy respetuosos.

Si a eso añadimos que la herencia más visible que recibí de Don Rolando no es “visible” (la calvicie), y la fama de “duro” que me precede (injustamente)… pues resulta un caldo de cultivo adecuado para lo que sigue.

Las preguntas empezaron… y todas comenzaban con “perdón Javier”… “mire, Javier, perdone…”

Al cuarto que empezó la pregunta así le dije (con cara de duro), que al «próximo que me pidiera perdón, no le iba a contestar».

Por supuesto que hubo carcajadas, que no oí, sino que vi (estábamos en Zoom con micrófono apagado).

Disculpar y perdonar

Otro amigo me hacía reflexionar sobre la disculpa y el perdón.

Decía que uno disculpa a otra persona cuando te ha ofendido sin querer.

La «dis-culpa», es quitarle la culpa a otro, que realmente nunca ha existido.

Obvio, me recordó la frase famosa de “fue sin querer queriendo”.

Toda la vecindad «dis-culpaba» al chavo por las tonterías que hacía sin querer.

Perdonar es otro cantar.

Uno perdona a quien lo ha ofendido queriendo ofender.

Fue hecho “con querer queriendo”.

Y esto es más difícil de hacer: perdonar.

Quizá por eso Nuestro Señor nos lo sugirió como un punto clave de nuestra vida.

Solo recibiremos perdón si sabemos perdonar.

Perdonar, en ocasiones, suele ser muy difícil.

Talío me comentaba, en esas conversaciones a modo de frontón, cómo había cambiado su forma de ver una situación muy dura que le ha tocado vivir.

Al inicio era una sensación de odio acompañada de sufrimiento.

Poco a poco, rezando por la persona dañada -a quien Talío quiere mucho-, se dio cuenta que también debía rezar por los que habían causado el daño.

Años después sigue rezando por el dañado y los causantes.

Y, en medio del dolor, ha encontrado la paz.

Y con esto, pienso que es casi imposible perdonar sólo humanamente.

Considero que si no se recibe ayuda de lo alto, es imposible perdonar.

Quizá tendríamos que hacer un repaso a nuestra vida, para perdonar a todo aquel que nos haya ofendido queriendo.

A veces se me ocurre decirle ( y se lo digo) al Señor que tengo la intención de perdonar a aquellos que me hayan ofendido.

Así quizá logre que Él me perdone a mí la “multitud de mis pecados”.

Agustín

Venía a cuento esto también por el fallecimiento de Agustín.

Le he pedido a Dios que le perdone sus faltas.

Y me encantaría que a todos aquellos a los que Agustín ofendió, le hayan otorgado su perdón.

Para que mi buen amigo Agustín haya llegado sin “pasivos” por pagar a su juicio.

La visión del mundo

Entre las frontoneadas con mi amigo Talío, este me decía que mi blog debería llamarse “la visión del mundo según Javier Duarte”.

Le acoté que el nombre latino de multis argumentis tiene ese origen, que es “hablar de muchas cosas”.

Agustín 2

He quedado sorprendido del cariño que se ha manifestado para con Agustín.

Varios me han dado el pésame.

Más de 1,100 personas han leído el post sobre él.

A quienes agradezco.

He reanudado contacto con personas porque leyeron el post sobre Agustín.

Ha sido gratificante y consolador ver tantas manifestaciones de cariño.

Pienso que si cada uno haya elevado una breve oración por el alma de Agustín, seguro le ayudaremos a conseguir un buen lugar.

Agustín tenía importancia capital en este blog.

Me recordó a aquella frase que dice “De casta le viene al galgo el ser rabilargo”.

Es que Agustín era, de casta, alguien que apoyaba, aunque no se lo pidieras.

Al inicio de esta aventura de lanzarme a escribir, Agustín llegó con un pliego petitorio de sugerencias.

Como “solo los tontos no rectifican”, rectifiqué haciéndole caso a sus sugerencias, que fueron muy atinadas.

Otro amigo me hacía reflexionar sobre la disculpa y el perdón.

Decía que uno disculpa a otra persona cuando te ha ofendido sin querer.

La «de casta le viene al galgo el ser rabilargo».