Los Filtros de mi amigo Talío

La inspiración viene cuando quiere.

Aunque me imagino que siempre hay algún detonante que te inspira.

Y así pasó hoy por la mañana cuando mi amigo Talío (es un seudónimo) me envió unas fotos de algunos lugares de su tierra natal.

Talío, no recuerdo si ya te había contado, es entre otras cosas, artista.

Un buen artista visual; entre sus habilidades está la fotografía.

De hecho, me envió las fotos que acompañan a este post.

Al mismo tiempo que me enviaba las fotos (por mail para no perder calidad en el whatsApp) me decía dos cosas:

  1. Ten en cuenta que todas mis fotos las hago sin filtros.
  2. Las puedes usar en tu blog si se te antoja un día.

Agradecí lo segundo y me quedé pensando en lo primero.

Como he ido conociendo a Talío y nos hemos «rebotado ideas como frontón«, sabía que iba a profundizar en la primera afirmación.

Y así fue.

Elaborando sobre sus fotos sin filtros me dice: «dónde un gran porcentaje de las imágenes de hoy son editadas con filtros, me rehúso a utilizarlos: la vida real no los requiere».

Efectivamente cada día se utiliza más la ayuda de  filtros y photoshop para las fotos.

Se quita lo que «estorba» y se arregla lo que no es tan bello como para aparecer en la foto.

Yo no solo no soy fotógrafo sino que siempre he tomado muy malas fotos, así que tampoco puedo hablar de esto con seguridad.

Pero como este post lo habrá revisado Talío antes de publicarlo, espero no haber dicho nada inadecuado con relación a este arte.

Tengo varios amigos a los que les encanta la fotografía.

Talío, Carlos, Pablo, Edgar, Javier (un tocayo), Roberto, Gerardo, Don Toni son algunos a quienes he visto con su cámara colgando y listos para encontrar un ángulo del que pueden salir fotos preciosas.

Pablo, que ya roza los 80, siempre ha llevado su cámara a cualquier lugar que visitaba.

Y ha tomado fotos en múltiples lugares… y nunca aparece él, porque sólo él tomaba las fotos…

Ahora resulta «fácil» y barato tomar fotos. Antes era todo lo contrario: difícil y caro.

Tomar fotos digitales ha incrementado el número de fotos de manera exponencial.

Se me ocurre afirmar (sin ningún fundamento) que las fotos que se han tomado en un día -ayer, por ejemplo- equivalen a las fotos que se tomaban en un año (o más) antes que surgieran las cámaras digitales.

Y luego los «aditamentos» que tienen las cámaras son maravillosos…

Allí entran los filtros, que te cambian la intensidad de la luz, el color y no sé cuantas cosas más.

La visión apocalíptica de Talío

Me seguía diciendo Talío: «Me da miedo cuando lleguemos al punto que hasta lo que veamos con los ojos en el mundo físico sea con filtros».

Para mis adentros, me reí un poco con esta visión apocalíptica de Talio; pero no se lo comenté.

Pensándolo más despacio, de alguna manera ya tenemos esos filtros para ver el mundo físico…. y quizá sean más de los que se me ocurre mencionar aquí.

Primeros filtros

Primero ya tenemos los anteojos oscuros que nos filtran mucho.

Y que a veces son necesarios para impedir que mucha luz nos entre en los ojos y nos pueda dañar o nos impida ver.

En este primer ejemplo de filtros, se me ocurre pensar que los filtros, para ver la realidad, pueden ser buenos, como le ocurre a una persona que está en una banquisa o en la nieve, que se dañaría los ojos con el reflejo de la luz provocada por la nieve y el hielo.

Ahora tenemos otros filtros también, como pueden ser las mascarillas (o cubrebocas).

Es impresionante «medio conocer» a una persona que lleva esta indumentaria….

Y luego, la ves sin ella, y es otra persona.

¡Cómo me ha costado a mí en este tiempo tratar de identificar a un alumno en el aula y luego fuera de ella mientras come (sin cubreboca, se entiende).

Como diría Talío, no nos deja ver bien la realidad.

El filtro de las comunicaciones remotas

Otro filtro que tenemos ahora son las comunicaciones remotas.

Creo que todos estamos muy contentos que podamos, no sólo hablar, sino vernos, con personas que están lejos.

La pandemia también nos orilló a ver y hablar a través de los diversos «Zooms» que existen, con personas cercanas.

De alguna manera, todos hemos esperado con ilusión cuando se fueron abriendo nuevamente los encuentros personales.

¡No hay como un buen apretón de manos, un buen abrazo…!

Mi tocayo Javier y nuestra reunión de trabajo

Me pasó, hace poco, una cosa divertida relacionada con este tema.

Había quedado tener una entrevista con un amigo-tocayo, una tarde en la oficina.

Antes de medio día me escribió y me dijo: «¿podés que nos veamos ahorita?»

Como era tres horas antes de lo previsto, supuse que no iba a poder llegar a la tarde, así que inmediatamente me conecté a mi Zoom y le mandé el link a él.

El se conectó y lo primero que vi fue un mueble muy parecido al que tengo cerca de la oficina.

El pensamiento -instantáneo- fue: «que casualidad que el tocayo tenga un mueble igual al mío».

No había terminado de hacer ese razonamiento cuando vi más cosas conocidas en el video de Javier.

Y solté la carcajada, porque él estaba fuera de mi oficina, esperándome.

Ya pudimos tener la entrevista, en vivo sin problema.

Pienso que éste es un filtro bueno, que asemeja, que acerca, que es un buen paliativo cuando no se puede tener ese contacto presencial.

Otros filtros

Hay otros filtros para ver la realidad que decía mi amigo Talío.

Y estos filtros ya no son de tipo físico, sino de tipo intelectual.

El imponderable «sesgo de confirmación» es un filtro terrible para conocer la realidad.

Nos encanta ver las cosas como queremos que sean y no como son en la realidad.

Y realmente lo que hacemos es «filtrar» esa realidad, para adaptarla a nuestra conveniencia.

Y vaya que es difícil ser objetivo en ver la realidad.

Es un tema ante el que todos debemos esforzarnos para ver la realidad tal cual es.

No me entretengo más en el sesgo de confirmación, porque daría para unos cuantos post.

Respuesta a los filtros

Estos son algunos filtros que se me ocurren.

Como sucede en la vida, las cosas tienen sus ventajas y desventajas.

Y pueden gustarnos o no…

Y aquí algunos filtros casi son necesarios.

Paso por alto uno de los mensajes de la conversación con Talío, y transcribo el siguiente:

«Vivimos en un mundo, donde hay necesidad de filtros visuales hoy en día y donde se busca la perfección; cuando ya todo es perfecto, porque lo diseñó Dios».

«Hoy no se valora la belleza, se califica la perfección».

«¿A dónde llegaremos con la búsqueda de la perfección?»

Híjoles, cuando llegué a esto, me quedé estupefacto y patitiezo.

Casi pensé dejarlo para una segunda parte, porque estas tres frases son espléndidas.

Cuando hay algo que se hace espléndidamente, con magnificencia o con esplendor, se dice «lautamente«.

Y pienso que estas frases magníficas, espléndidas, dan para mucho.

Para un artista deber ser muy duro afirmar que ahora no se valora la belleza.

Nos gustan más las películas de acción, que las películas  donde la cámara se roba el show.

Tenía un tío abuelo -de cariño- que se llamaba Antonio, que cuando le íbamos a poner una película le encantaba decir: «pero que tenga ‘verde’ porque eso me da paz y me descansa».

Se refería a que tuviera fotografía de campos verdes, con árboles y flores.

A veces los que tenemos poca capacidad para generar y ver la belleza, no nos damos cuenta de esto.

Yo le contesté a Talío, cuando terminó de poner estas frases, lo siguiente:

«El otro día leí una frase que decía más o menos así: ‘Dios no nos pide que seamos perfectos en lo que hacemos, sino que nos pide ser perfectos en el Amor'».

Creo que terminaré aquí.

Quizá, después de rebotar con Talío este post, nos salgan dos post… ya veremos qué pasa. (Pues, confirmando, Talío me pidió dos post más).

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