¿Te atreves a escribir?


Como he comentado en otros post, estoy estudiando una maestría en gobierno y cultura de las organizaciones. Hemos recibido ya 4 cursos, y esta semana y la próxima tendremos otros dos. El material es abundante y cada profesor nos deja mucho y muy buen material.  

La próxima semana tenemos un curso de Sociología, aunque en realidad el curso se llama Teoría de las Organizaciones. Estoy estudiando el material, y resulta que me ha gustado. La siguiente semana tenemos un curso de Ética, Derecho y Mercado, y el material está interesante, principalmente porque está en inglés y me es más difícil leerlo. Pero espero pronto escribir algo del curso de Sociología. 

Por de pronto regreso a lo que también estamos estudiando. El curso de Metodología de la Investigación nos puso de frente con la lectura de un libro, del que ya he comentado algunas cosas: «El Taller de la Filosofía» de Jaime Nubiola. Todavía no lo termino, pero espero terminar de leerlo este fin de semana, para así finalizar el trabajo que tengo que hacer sobre él.

Uno de los capítulos que he leído de este libro insiste mucho en escribir, y cómo esto ayuda a mejorar como persona, a clarificar ideas, a pensar en los demás, etc. Como dirían antiguamente, me «dio mucho contento» leer esto, porque mi experiencia con este blog ha sido de ese estilo. Uno «saca de dentro» (valga la redundancia) lo que escribe; le manifiesta tal cual es.

Había pensado escribir sobre la escritura más adelante, y seguramente lo haré. Pero hoy me sucedieron dos cosas que me «obligaron» (o mejor dicho, por la que me obligué) a escribir. Mi buen amigo Miguel G. (no pongo el apellido para evitar la identificación) me proporcionó un libro (bueno, en realidad fueron varios)… unas novelas históricas de una escritora estadounidense. Y hoy empecé a leer uno de ellos. Por la mañana leí el prólogo escrito por un escritor argentino (unas pocas páginas); por la tarde leí la introducción de la autora. Y quería expresar mis ideas sobre estos dos eventos.

1. Del prólogo: el prologuista, fue un  escritor argentino -ahora difunto-. Muy bien escrito, muy erudito en cuanto a temas históricos se refiere. Busqué un poco su biografía, pero sólo obtuve datos de que falleció hace un par de años (el prólogo es de 2001). Pero me llamó la atención cómo juzga diversas situaciones. Sólo pongo un ejemplo; dice más o menos esto «…después de la muerte del nefasto Constantino…». Nunca había leído un juicio sobre este Emperador Romano tan duro con tan pocas palabras. También hace otros juicios históricos muy fuertes, que no vienen a cuento mencionar. Lo que quería sacar a colación es que esto me confirma lo que Jaime Nubiola dice en su libro: que lo que uno escribe es lo que lleva dentro; no hay ninguna escritura «estéril» o «que no tenga un trasfondo» intelectual. Toda escritor plasma en el papel lo que tiene dentro de su cabeza y de su corazón. Para bien o para mal. Con optimismo o pesimismo. Con esperanza o desesperanza. Con fe o sin ella. Con caridad y justicia o con todo lo contrario.

2. De la introducción de la autora. Me encontré una frase que me encantó, que copié, que pegué en mi lista de frases a aprender o a usar, y que ahora comparto con vos: «He escrito esta obra para divertirme y con la esperanza de que otros disfruten con ella». (Gillian Bradshaw, «El Faro de Alejandría»). Como dije arriba, la frase me encantó porque así es. No he escrito una novela (aunque a sugerencia de un amigo abogado convertido en constructor -Rodrigo Graf- ya he ido pensando en temas para escribir algo novelesco), pero escribir es muy agradable. Nubiola recomienda leer mucho y escribir algo todos los días. Al fin entendí de la ventaja de llevar un diario íntimo por ejemplo: tiene mucha utilidad, porque allí vertimos nuestro día, aunque todo parezcan tonteras, porque a largo plazo no lo son. Así que hay que escribir, aunque sea un poquito día a día. 

Cuento mi experiencia. Este blog inició por sugerencia de otro amigo de El Salvador, Roberto Flores (como en otro momento creo haber recordado). Cuando lo empecé no le puse nombre, y empecé a escribir de cualquier cosa que se me ocurría. Así que cuando alguien me preguntó sobre qué era mi blog, sólo se me ocurrió contestarle «no sé». Así que por eso tiene el nombre latino de «Multis Argumentis», «muchos temas» podría traducirse libremente. Quizá algún día tenga que ordenar los temas y separar los blogs; pero no sé si lo haré. Pero lo que más me ha sorprendido es que cuando empecé, no veía posible escribir nada o casi nada. Y ahora resulta que sí han salido temas, y bastante palabritas escritas. 

Otro fenómeno que me ha pasado es que uno empieza a conectar temas. El martes impartiendo una sesión (clase) me vino a la cabeza lo que dice Nubiola: que para resolver un problema sugiere, en primer lugar, escribirlo; yo daba la clase sobre árboles de decisiones, y esta herramienta sirve para clarificar los problemas. Ni el árbol ni la escritura de un problema te lo resolverán, pero ambas herramientas te ayudarán a ordenar las ideas, a estructurar el problema, a identificar las posibles alternativas de solución, preparando el camino para decidir.

Así que para cerrar el cuento te sugiero tres cosas: escribe, escribe y escribe. Un poco cada día. Un renglón, dos, un párrafo, dos párrafos. Quizá sólo poner lo que nos pasó, lo que observamos (tres construcciones en 150 metros a la redonda de mi oficina de Guatemala, en la que están haciendo unos hoyos impresionantes) en el trayecto; una anécdota sucedida con algún hijo, amigo, esposo, esposa, etc. Cualquier cosa, ponerla por escrito, aunque nadie nunca la va a leer. Te divertirás como pusimos más arriba, y ojalá hasta le pueda servir a otras personas a que se divertan.

Nos vemos otro día…