Noche vieja

Llega el último día del año. Por la noche será la Noche Vieja, preludio del nuevo año…

Como sabemos, esta fecha es totalmente arbitraria, pero da mucho gusto celebrarla, ya que efectivamente tenemos que celebrar que la tierra ha dado una vuelta más alrededor del sol, 365 días con un poco más de un cuarto de día. 

Desde el punto de vista temporal, es lo mismo pasar de un día cualquiera a otro que pasar de la noche vieja al año nuevo. Pero éste último paso tiene su encanto.

Muchas veces hemos oído, o incluso dicho: «Año nuevo, vida nueva». Como si el cambio de calendario nos ayudaría a cambiar de vida. Atrás quedan los ejemplos famosos de los negocios que arrancan muy bien en enero, especialmente los Gimnasios, a los que muchas personas se apuntan para «cambiar de vida», para tener una «vida nueva» en el año que comienza. Si querés hacer ejercicio en un gimnasio, no hace falta que sea el año nuevo el que te marque la pauta; podés hacerlo en cualquier momento. Como dicen en Guate: «sacarás propósitos de bolo» (de borrachín que está en la «Guadalupe-Reyes»…)

Más bien tendríamos que decir «año nuevo, lucha nueva». Un día más que pasa, nos tiene que llevar a esforzarnos por ser mejores personas, mejores hijos, mejores hermanos, mejores papás, mejores mamás, mejores jefes, mejores subordinados… en definitiva, mejores personas. Y para eso hace falta luchar, esforzarse por no dejarse llevar por los gustos, caprichos, antojos que no nos mejoran sino que nos empeoran como personas. 

Pero ya que estamos terminando un año calendario, conviene aprovecharlo. Y pienso que una cosa que nos puede servir el año es hacer una retrospección de estos 365 días últimos que hemos vivido. Quizá preguntarnos qué he hecho bien, qué he hecho mal y qué podría haber hecho mejor. Y hacernos esta pregunta en los diversos ámbitos en los que nos desenvolvemos: familia, trabajo, amigos, relaciones sociales, deportivas, pero principalmente con Dios. Y ante esto tres cosas: dar gracias, pedir perdón y sacar propósitos de mejora. Así de fácil,…. y así de difícil…

Por eso en la Iglesia se ha tenido la costumbre, desde hace siglos, que a fin de año se aprovecha para rezar y/o cantar el Te Deum, ese himno de acción de gracias… Así que también te sugiero que este día dediques tres minutos a rezar el Te Deum… por si no lo conocés o no lo tenés a mano, te lo adjunto aquí mismo.


A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, la multitud admirable de los profetas, el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa, extendida por toda la tierra, te proclama:
Padre de inmensa majestad, Hijo único y verdadero, digno de adoración, Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.
Creemos que vendrás como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos, a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad.
Sé su pastor y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos y alabamos tu nombre para siempre, por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié, no me veré defraudado para siempre.

 Te Deum laudámus: te Dóminum confitémur.
Te ætérnum Patrem, omnis terra venerátur.
Tibi omnes ángeli, tibi cæli, et univérsæ potestátes.
Tibi chérubim et séraphim incessábili voce proclámant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus Dóminus Deus Sábaoth.
Pleni sunt cæli et terra maiestátis glóriæ tuæ.
Te gloriósus Apostolórum chorus, te prophetárum laudábilis númerus, te mártirum candidátus laudat exércitus.
Te per orbem terrárum sancta confitétur Ecclésia:
Patrem imménsæ maiestátis, venerádum tuum verum et únicum Fílium: Sanctum quoque Paráclitum Spíritum.
Tu rex glóriæ, Christe.
Tu Patris sempitérnus es Fílius.
Tu, ad liberándum susceptúrus hóminem, non horruísti Vírginis uterum.
Tu, devícto mortis acúleo, aperuísti credéntibus regna cælórum.
Tu ad déxteram Dei sedes in glória Patris.
Iudex créderis esse ventúrus.
Te ergo quæsumus, tuis fámulis súbveni, quos pretióso sánguine redemisti.Ætérna fac cum Sanctis tuis in glória numerári.
Salvum fac pópulum tuum, Dómine, et bénedic hereditáti tuæ.
Et rege eos, et extólle illos usque in ætérnum.
Per síngulos dies benedícimus te; et laudámus nomen tuum in sæculum, et in sæculum sæculi.
Dignáre, Dómine, die isto sine peccáto nos custodire.
Miserére nostri, Dómine, miserére nostri.
Fiat misericórdia tua, Dómine, super nos, quemádmodum sperávimus in te.
In te, Dómine, sperávi: non confúndar in ætérnum.