Feliz Navidad 2015

Hace unos días envié por correo esta pequeña imagen conmemorativa de la Navidad, con el misterio central de la misma como motivo de dicha imagen. 

Siempre procuro enviar de felicitación de Navidad una foto de un cuadro donde salgan los tres protagonistas de estos días. 

En primer lugar a  San José, el fiel custodio del Niño y de su Madre; el hombre que es un gran ejemplo de obediencia. 

Después, en las que aparezca la Santísima Virgen María, la «hermosísima» Madre del Redentor, aquella Virgen y Madre, que con su fidelidad y su Sí a Dios ha iniciado la última etapa del maravilloso plan de Redención de nosotros los pecadores. 

Y por último, como es lógico, que aparezca al Niño que todos esperamos. Ese Niño que es quien nos trae la alegría y la paz, pasando por la Cruz. Ese Niño que nació para padecer. Ese Niño, que nacerá en Belén, y que debe nacer para nosotros este día 25 de diciembre. Ese Niño, que es Dios, y sin dejar de serlo empieza a vivir en el mundo de los hombres. Ese Niño delante de quien toda rodilla se dobla en la tierra, empezando por su Madre y su Padre Legal, por los pastores hasta los grandes sabios. Ese Niño que lo es todo. Ese Niño inefable.


Aprovechando que tengo espacio aquí, me llegó hoy la felicitación de Navidad de un amigo de España, que incluía el dibujo que está arriba. Es un boceto de un cuadro de un pintor para una iglesia en Burgos. Le dije que le iba a «piratear» la imagen, que me encantó, y me dio permiso, así que no es pirata, sino imagen oficial.

Mi felicitación de Navidad incluía unas palabras de Monseñor Javier Echevarría Rodríguez que quise poner al pie de la foto. Aquí las vuelvo a incluir.

Repasemos con frecuencia los pasajes del Evangelio que manifiestan la compasión y la comprensión 
de Jesucristo con la humanidad; desde su nacimiento en Belén hasta su holocausto en el Calvario. Detengámonos con constancia en tantas muestras de su piedad compasiva: cuando curaba a los
 enfermos y sanaba a los endemoniados, cuando alimentaba a las muchedumbres hambrientas, 
cuando repartía a manos llenas el pan de la doctrina, cuando salía al encuentro de los pecadores 
arrepentidos y los perdonaba, cuando elegía a los discípulos, cuando los reprendía con una mirada o 
unas palabras, cuando llamaba a los Apóstoles para mandarlos por todo el mundo, cuando nos dio a
 su Madre por Madre nuestra, cuando nos envió el Espíritu Santo prometido, etc. 
En cualquiera de sus obras y de sus palabras, el Señor expresa con claridad el rostro 
clemente de Dios Padre


Y por último, no quiero dejar de poner mi texto de felicitación:

Feliz Navidad y que el próximo 2016 traiga para cada uno muchas alegrías.
Javier Enrique Duarte Schlageter
Diciembre de 2015