¿Sólo pasión y preparación para tener éxito?

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Coautoría de José Elías y Javier Enrique = JE2
En mi post anterior hacía referencia a una frase de una persona a quién le preguntaban por las razones de su éxito y que había contestado que habían sido dos: pasión y preparación.
Cuando oí la frase me gustó mucho y de hecho le puse esa frase a mi anterior post. Pero cuando la escribía me pareció que debería hacerle unos matices, y así lo traté de hacer. Porque la palabra éxito tiene muchas acepciones: puede interpretarse de muchas maneras. De hecho, no es una palabra que me guste mucho. Porque el éxito, sea cual sea, es efímero. Lo obtenemos y luego ya se acabó (también con sus matices).
Hace años, un amigo me recomendó una idea que siempre es buena tenerla presente en la vida. Muchas veces nos proponemos conseguir algún objetivo. Dependiendo del objetivo que sea, el camino a conseguirlo será más o menos largo, más o menos arduo… entonces, cuando uno llega a cumplir ese objetivo, de alguna manera se puede decir que ha tenido un éxito. Pero conseguir ese objetivo, en muchas ocasiones es obtener la meta y ya: resulta, como decía arriba, efímero. Lo obtenemos y se acabó. En cambio, lo que sí fue largo, fue todo el proceso para conseguir ese éxito. Y la recomendación de mi amigo fue que había que aprovechar gozar y deleitarse en todo el proceso y no sólo en la consecución del objetivo.
Pues si seguimos por esta línea, el éxito sería un lugar efímero, de satisfacción temporal, marcado por la consecución de un objetivo; en la práctica, se piensa en conseguir un objetivo económico, de poder, de fama o prestigio. No pretendo hacer una definición de éxito; de hecho, a propósito, no he buscado la definición ni las miles de acepciones que debe tener la palabra.
Decía que susodicha palabra no es mi favorita. Cuando me toca despedirme de alguien a quien he tratado frecuentemente durante un tiempo, y en el futuro ya no lo haré, procuro evitar decirle: “te deseo éxitos en la vida”. Me pasé un buen rato pensando qué otra cosa decirle; por ejemplo, a unos alumnos que habían terminado el master, después de dos años donde nos veíamos con frecuencia. Así que de repente encontré una expresión que trato de usar lo más que puedo: “te deseo que seas muy feliz en la vida” o algo similar, poniendo la felicidad por encima del éxito.
Habiendo hecho estas aclaraciones sobre mi visión del éxito, paso a comentar la famosa frase “he tenido éxito por la preparación y la pasión”. Un buen amigo, José Elías, tuvo a bien decirme que no estaba de acuerdo que esos dos elementos fueran suficientes para tener éxito… y llegamos a la conclusión que esos dos elementos son condición necesaria más no suficiente para llegar al éxito. Así que me instó a escribir algo al respecto, y antes de publicarlo él me daría sus comentarios.

En las ciencias exactas, la existencia de unos experimentos llega a convertir una hipótesis o teoría en ley. Como sucede con la ley más famosa, la de la gravedad: se hacen experimentos, y se comprueba que la atracción entre dos masas siempre se da.
En el caso de las llamadas ciencias sociales o en otras también llamadas ciencias, funciona más bien la estadística. “La mayoría de las personas que hacen tal dieta rebajan” … pero a otros, quizá esa misma dieta las engorda. Igual pasa con el éxito: para este señor, bastó preparación y pasión… pero quizá no sea algo que sirva para todos. O quizá, en un afán de resumir, concluyó que esas dos cosas habían sido suficientes para su éxito.
Con José Elías se nos ocurría que al menos se necesitan otros cuatro ingredientes más para obtener el éxito… Disciplina, paciencia, talento y un buen plan.
Son cosas que van de la mano en cualquier empresa de éxito. Sin disciplina personal no se consigue ningún objetivo grande, que por lo tanto ha de ser a largo plazo. Y eso conlleva paciencia para afrontar las dificultades que vienen junto a cualquier objetivo que nos proponemos.
El talento es necesario también. Conozco a un gran hombre -muchas veces mencionado en este blog- que no tuvo una preparación, pero sí pasión, disciplina, paciencia y especialmente talento, que ha sabido explotar para tener éxito y continuar teniéndolo (aquí ya no es tan efímero el éxito, sino que es un éxito continuo). Ahora bien, Don Carlos -a quien me refiero- también se ha preparado, con una preparación práctica no teórica… y por eso ha tenido éxito. Y por supuesto que siempre ha tenido un buen plan… todo concatenado para que las cosas funcionen: una idea genial y magna, grande.
Obtenido el éxito, para prolongarlo, también se requiere las seis características que “hemos” (JE2) comentado aquí. Quizá se podrían añadir muchas más “cosas” que se necesitan para conseguir el éxito.
En este post no pretendíamos crear una teoría de la organización o del éxito… sino, sólo reflexionar sobre algo que quizá pudiera ser reduccionista. Trastocando una frase, podríamos decir “doctores tiene la ciencia” que nos puedan decir las 17 condiciones que se necesitan para tener éxito.
Pero el mejor éxito es la felicidad. Realmente el que vale la pena. Y para eso todos tenemos la capacidad de conseguirla. Siempre he pensado que la felicidad no es la suma de alegrías, sino es algo más que eso. Las alegrías son más parecidas al éxito, que son efímeras. Pero la felicidad no, esa se queda, y siempre puede crecer o disminuir: en cada uno está que actuemos para hacerla crecer. ¿Y cuál es la receta? Me parece que es muy paradójica: la alegría está en darse a los demás, en salir de sí mismo. Y eso, en el fondo, ha de hacerse siempre con pasión, paciencia, disciplina, quizá algo de preparación y talento… y el plan es el mismo darse a los demás. Por eso el egoísmo es causa de no felicidad, sino de alegría efímera.
Nos vemos pronto.