70,000 y un vuelo




Tengo algunos días de no escribir por aquí. Aparte de ser falta de inspiración, he tenido mucho trabajo y muchas actividades que no me ha permitido terminar un post este mes. 
He decido hacer el esfuerzo de escribir esto por dos razones. La segunda para no pasarme un mes calendario sin escribir algo. De hecho, aquí en el aeropuerto no es el mejor lugar para escribir, pero estoy seguro de que es un acto virtuoso estar oyendo los lindos «voceos» de las diversas puertas de abordar; la llamada constante de los cambios de puerta (acaban de anunciar el cambio de mi puerta de embarque); oír a un alemán hablar por teléfono (bueno, no sé alemán, pero me sonaba como alemán); ver pasar a gente normal, y a personas que podría considerar exóticas; escuchar la clásica conversación de asientos en las salas de espera; recibir por n-ésima vez la invitación a recibir la tarjeta de crédito American Express-Aeroméxico… pues, a pesar de todo lo anterior, he logrado escribir algunos párrafos.

Pero la primera razón de por qué deseo escribir este breve post es para agradecer a los 70,000 ingresos que ha tenido este blog. Uno de los problemas de la objetividad es que uno puede perder la emoción… el control estadístico dice que hay 70,000 entradas a este blog, y uno podría pensar en 70,000 lecturas distintas, o mejor, 70,000 lectores distintos… claro que no es así… 

Pero realmente quiero agradecer a mis lectores por sus palabras. Con alguna frecuencia me han comentado que leen este blog y que les gusta.

(Mientras escribo esta parte, nos toca la llamada a nuestro vuelo… abordamos por la puerta de embarque 74, que dejó de ser una puerta tradicional para convertirse en una puerta múltiple… una adaptación bastante bien lograda, a pesar del uso temporal que tendrá…) (También en este momento es cuándo pasa lo más feo de este viaje. Mientras esperamos como quasi-ganado en los autobuses a que nos autoricen a recorrer los varios kilómetros para llegar a nuestro avión, van apareciendo varios jóvenes –casi niños- que vienen acompañados de un oficial de Migración  cada uno… son adolescentes que son regresados por México a Guatemala después de haber sido “capturados” en algún lugar del país; supongo que el objetivo de estos jóvenes era llegar a Estados Unidos para salir de la pobreza en que estaban… y sólo llegaron a México. Al verlos pasar quise descubrir en su mirada los posibles sentimientos que llevaban estos pequeños… Pude distinguir un doble sentimiento: la alegría del niño que se subirá a un avión por primera vez –esa alegría, en este caso de corto plazo- y al mismo tiempo, la tristeza por no ver coronado su sueño… quizá también hasta un tercer sentimiento: el de preocupación por regresar a su tierra, y encontrar allí nuevamente las dificultades que los animaron a emigrar… En mí encontré un sentimiento de impotencia al no saber ni poder ayudarles… pensaba en cómo se les puede educar más para que terminen la enseñanza básica -bachillerato, preparatoria-; la posibilidad  de que estudiaran en la Universidad; darles trabajo; llevarlos a que aprendan un oficio… y no poder hacer nada por ellos.)

Después de la pausa, retomo el hilo central… pues era el agradecimiento. A los lectores, a quienes me han dejado un comentario por escrito; a aquellos que me encuentro y me dan ánimos a que siga escribiendo; a aquellos otros que cuando los felicito por su cumpleaños usando el Facebook me lo agradecen diciéndome que leen este blog… a todos ellos: MIL GRACIAS…mejor, SETENTA MIL GRACIAS.

Mención especial merecen mis tres asesores. Andrés, ex alumno mío en la Maestría en Guatemala, quien por propia iniciativa me sugirió pensar títulos más atractivos para mis post… desde entonces, ya hace un buen rato, ha tenido la amabilidad de leer los post antes de ser publicados, y me hace sugerencias, me dice que me falta concluir, que me sobra tal cosa, que me centre en lo de más allá… y muchas sugerencias… Todos sus comentarios me dejan “Contenti”… mil gracias Andrés.

El segundo asesor es mi sobrino Mario… siempre ha sido un lector fiel, y con frecuencia me dejaba comentarios en los post añadiendo un “plus adicional extra más” a lo que había escrito (la frase entrecomillada anterior es propiedad intelectual de un buen amigo mío, por más señas, un compadre de cariño, casi hermano)… Pero para agradecerle a Marito (así es conocido en la familia, aun con sus 28 años y 1.95 mts de estatura) le pedí que me revisara los post también anticipadamente. Sus comentarios y añadiduras siempre me aportan y enriquecen lo que aquí escribo. Incluso ha solicitado a personas expertas que me sugieran ideas para difundir más este blog…

(Tuve que hacer otra interrupción para “deglutir los alimentos” en este vuelo de medio día… Desde hace como tres años, en cualquier vuelo que salga de la ciudad de México en la línea aérea Aeroméxico Connect nos dan un croisant de jamón y queso… como es comida fría, lo entregan a punto de congele, que le da un sabor al jamón y al queso perfectamente indefinido, pudiendo ser cualquier otra cosa… tengo ilusión que algún día, en la revista de a bordo, el Director General de Aeroméxico escriba en su editorial, que al fin han logrado cambiar el menú de la clase ejecutiva de Aeroméxico Connect… Todo hay que decirlo, un par de pasajeras de adelante –siempre que puedo escojo el asiento 4A, -4 alfa en la jerigonza de aviación- pidieron vino espumoso para beber, así que viendo la botella ya abierta pedí un poco de ese vinito que me resultó igual de feo que casi todos los que he tomado en mi vida… no hay forma de que me guste algún licor o vino o cerveza, y sólo los tomo por “obligación”.)

Pues mi tercera asesora se ha unido al grupo de asesores “ad honorem” recientemente… es la directora editorial de la Revista Istmo, que hace poco acaba de trasladar sus oficinas al IPADE. Con Andrea nos conocimos en algún desayuno y platicamos un poco más en un almuerzo (comida para que entiendan los mexicanos). Allí me “quejé” amargamente que hace algunos años había escrito una breve reseña de un libro que había leído para que la publicaran en Istmo en la sección correspondiente; el asunto fue que salí rebotado en mi breve crítica a dicho libro por los 17 errores que tenía mi tres párrafos que había logrado escribir… Andrea retomó esa anécdota para animarme a escribir algotra (por cierto, esta palabra existe en castellano) crítica y le respondí con un rotundo NO… Seguimos platicando, le comenté sobre algún libro que estaba leyendo y que había escrito una pequeña reseña en mi blog… a la tarde me manda un mail para felicitarme por mi blog (me tocó adecuadamente el orgullo) y para preguntarme si, con algunos retoques, podría usar lo allí publicado para que apareciera en su revista… a eso, respondí con un rotundo SI… esa tarde salí de la oficina volteando a ver para abajo a todo el mundo… me iban a publicar una reseña en Istmo… Así que le pedí a Andrea que pasara  a ser parte de los lectores “beta” de este blog… (por cierto, sigo esperando que salga alguna reseña en Istmo…).

A Andrés, Mario y Andrea, especiales gracias por sus comentarios  y sugerencias.

A todos muy agradecido.

Confío en que estas palabras puedan ayudar a pasar un rato alegre y a aprender alguna cosa, y a ayudar a pensar en otras…

70,000 gracias.

PS. Este post lo terminé a medio vuelo y aterrizando lo vine a completar… Poniendo este PS (Post Scriptum) rompo una de las recomendaciones que me hizo Andrea: “cuando termines, termina”. Pero como ninguno de mis asesores leerá esto antes de que se publique, entonces opté por terminar después de terminar.