Un zape para aprovechar lo que tenemos

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De vez en cuando nos conviene recibir un “zape”; para los mexicanos esta expresión es perfectamente entendible. Para un no mexicano, un zape es un golpe en la cabeza con la palma de la mano; no es una bofetada, sino un suave y cariñoso golpe. Una pequeña llamada de atención que alguien te da para que regreses al camino correcto. Eso fue lo que recibí recientemente.
Considero que la mayoría de las personas rehuimos a los problemas, al dolor, a la enfermedad, a las dificultades y por supuesto a la muerte. También todos, tarde o temprano, nos topamos directa o indirectamente con alguna de estas cosas. Bastaría darle una revisada a fondo a los periódicos diarios para darnos cuenta de que allí se puede encontrar dolor, sufrimiento, enfermedad, abandono, soledad, etc. Aunque quizá eso no nos afecte tanto, porque no estamos involucrados en esas situaciones.
Distinto es cuando la enfermedad, el dolor y la muerte están más cerca. Y en las últimas semanas me ha tocado experimentar más cercana estas situaciones. El fallecimiento del hijo -adulto joven- de un amigo; de un sacerdote muy amigo; y del hermano, ya mayor, de una persona a quien quiero tanto: han sido los tres cercanos que han dado el paso definitivo. Hay un dicho que dice que se muere como se vive, y quizá eso aplica para estos casos que estoy mencionando. El ejemplo de vida te queda muy marcado. Del sacerdote, el p. Juan Manuel, que llevó su cáncer terminal con una natural sobrenaturalidad que dejó conmovidos a todos lo que lo trataron en los últimos meses, y a todos los que lo tratamos en los últimos 30 años en Guatemala. Que bonito aprender de estos que se prepararon para dar el paso de fe: es la maravilla de la fe, y la ceguera de los sin fe, que no admite consuelo.
Y la enfermedad. Pues también te marca y te plantea posibilidades de aprendizaje para tu propia vida, aunque no sea tu enfermedad. Y ojalá ese “marcaje” no se nos olvide, para así tener presente qué cosas son importante y cuáles no las son.
Me tocó estar en la mesa comiendo con Laura. Lleva ya varios meses con un agresivo cáncer y nos estuvo contando con todo detalle por todo lo que ha pasado. También con una naturalidad sobrenatural que me conmovió -y por supuesto a todos los que la oíamos-. Sus aprendizajes, sus dificultades, la falta de aceptación de la enfermedad y su posterior aceptación, sus miedos, sus llantos, el cariño hacia ella y de ella hacia los demás… un sinfín de cosas que espero se me graban en el corazón para corregir el rumbo de nuestra vida. La conversación surgió y transcurrió con entera naturalidad y con aportaciones de otros que han pasado por situaciones complicadas como la de ella: como Luis a quien un estafilococo dio por comerle un disco de la columna y pasó varios meses imposibilitado. Laura y Luis nos contaban cómo tiene uno que aprender a dejarse ayudar hasta para cosas de lo más sencillas…, la paciencia, sabiendo que no se curarían de un día para otro…, el seguir con el trabajo, siempre que se pueda…, el meter el sentido sobrenatural y buscar la ayuda de Dios ante la enfermedad… y mil cosas más.
Como me sucede con frecuencia, hay cosas que voy conectando. Y una de ellas eran algunas cosas relacionadas con la familia que había escuchado o leído recientemente, que puede compaginarse con las consideraciones anteriores. Por ejemplo, la maravilla de aprovechar a la familia y a las personas que están cerca de uno… y un buen amigo me decía: “yo espero que a partir del próximo fin de semana, me lo pasaré sin celular”. La verdad no creo que lo cumpla, pero se puede empezar poco a poco, dejando los celulares durante el tiempo de las comidas y sobremesas, o cuando estamos descansando en algún lugar agradable. En el fondo, pensar en los demás, servir a los demás.
Y también escuché una anécdota de una señora que le decía a su interlocutor: “eso hago yo con mi marido… le doy la razón en las cosas que no son importantes y así no nos peleamos por cosas nimias”.
Y por último no quería dejar pasar la oportunidad de hacer una petición personal a mis benignos lectores. Tengo una persona súper cercana a mí y muy querida (extremadamente querida y admirada) que está con un diagnóstico incierto de una enfermedad. Estamos rezando para que ese diagnóstico sea negativo y el tumor sea benigno. Así que agradeceré una oración por ella.