Siguiendo con los filtros de Talío

Me ha sorprendido -para bien- los comentarios que he recibido sobre mi post anterior sobre los filtros de mi amigo Talío.

Además, como había quedado con Talío, quizá logremos sacar más de un post extra sobre sus ideas de los filtros.

Dos personas me han escrito con ideas que pueden completar-complementar lo expuesto en dicho post.

Acmé de los filtros

Extrañará a alguno el título que tiene estos párrafos.

Quizá todos estamos acostumbrados a la palabra Acme, ya que hemos visto -quizá- las caricaturas del correcaminos.

De hecho, cuando hace unos pocos días Eduardo me dijo la palabra acmé (con tilde -o acento ortográfico) pensé que me estaba tomando el pelo.

La verdad es que tengo la suerte de que casi nadie puede tomarme el pelo… si no, basta que me veas a una foto, y verás que no hay posibilidad de que nadie me tome el pelo.

Pero al oír la palabra con énfasis en la última sílaba, sí pensé que me estaba tomando el pelo, o mejor dicho, burlándose de mí.

Pero rápidamente salimos del entuerto, acudiendo al amansaburros que siempre me acompaña en mi celular o mi ipad.

Y, o sorpresa para mí, existe la palabra acmé, proveniente del griego que significaba punta.

Pues Eduardo me la hacía considerar de que cierta persona estaba en el «acmé de su enfermedad», como es una de las acepciones de la palabra.

Y aprovechando que también tiene un significado de momento culminante, la quise introducir aquí para aprovechar la acmé de los filtros.

María Lucrecia

De María Lucrecia recibí un mensaje de audio. Es un mensaje largo que aprovecho a adjuntar.

Así que, Lucky, tienes el «honor» de ser el primer mensaje de audio que tiene es blog en sus 8 años de vida.

No transcribiré todos los minutos que Lucky me habla sino sólo algunas ideas.

Proviene su reflexión de una conversación que tuvo con una señora de la «que se aprende tanto de ella»; «que ha vivido en varias partes del mundo, que conoce realmente las culturas, conoce de etiqueta, de cultura, de moda… de todo, de todo, de todo…» (estoy haciendo una trasncripción libre.

«Ella fue educada en una familia donde sus papás y abuelos pelearon en las dos guerras», que me imagino se refiere a las dos guerras mundiales (1914-18 y 1939-45).

«Ella se decepciona tanto ver que se ha perdido lo que es realmente bello en la vida».

Bello en la vida

Me detengo aquí un momento.

La belleza es la cualidad de bello.

Y bello es lo que por la perfección de sus formas complace a la vista o al oído.

Es una definición muy trascendente.

De hecho, en Metafísica se habla mucho de los trascendentales del ser, entre los que se encuentra la belleza.

Y la definición que acabo de escribir (tomada de la rae.com) coincide, de alguna forma con la definición de belleza como un trascendental del ser.

Especialmente si termino de transcribir lo que termina diciendo el diccionario: «y por extensión, complace al espíritu».

Y complacer es satisfacción, placer o agrado.

Es decir, bello es lo que te da alegría.

Radical humano

Mi maestro Rafael Alvira nos decía que la belleza tiene que ver inmediatamente con la verdad y la bondad y que estos tres elementos son un radical humano.

Uno debe buscar la verdad, y -acoto- una verdad sin filtros.

No la verdad para mí, sino la verdad, la VERDAD (con más-yúsculas, como decía un querido profesor, don Amilcar).

El pobre de Pilatos le hizo una pregunta a la Verdad, y no tuvo la decencia de esperar la respuesta… siempre me he preguntado qué le hubiera contestado la Verdad sobre Sí mismo.

Ante la pregunta quid est veritas? quizá Jesús le hubiera dicho: «Yo Soy». Y quizá hubiera añadido, «y también el Camino para la Vida». Y también podría haberle dicho: «y Soy la Belleza».

Imposición de la belleza

«Pero lo característico de la belleza es que tiene carácter de inmediato para nosotros. Para saber qué es bueno o verdadero debemos reflexionar. La belleza, por contra, se nos impone: me gusta algo o no me gusta».

«Si alguien descuida la estética, se arruina», si alguien descuida la belleza, se arruina.

Y por supuesto que no estoy hablando solo de la belleza física, sino, principalmente, de la belleza que causa agrado en el espíritu.

Ver a un hombre y una mujer que han pasado muchos años juntos como matrimonio, y verlos enamorados… eso es belleza: se agradan uno a otro y no por la vista… es porque se aman.

Severo y Julia

Como me sucede siempre, una cosa me lleva a la otra.

Y antes de regresar al audio de Lucky, me gustaría comentar algo del libro que estoy a punto de terminar «Yo Julia» de Santiago Posteguillo, que he comentado en un post reciente.

Allí, Posteguillo pone en boca de un Senador Romano Claudio Pompeyano, una historia de amor de todos los emperadores romanos.

Pompeyano le va contando a su hijo como ninguno de los emperadores romanos -antes de Septimio Severo- había amado tanto a su mujer como éste amaba a Julia.

Y que eso era algo muy novedoso en los 250 años que más o menos llevaba el imperio romano.

Son unas páginas deliciosas de historia que Posteguillo nos deja y que tiene que ver con la belleza de Julia.

No sólo física -que era muy bella- sino también esa belleza que conquista el espíritu, como tenía conquistado Julia a Severo.

También es bueno decir, que Julia además, es una genio con unas perspectivas (visión, diríamos ahora) que abría horizontes, nuevos meditarráneos a Severo.

De hecho, hay un momento crítico en la vida de Severo, cuando se enfrenta a Albino y donde se define el imperio romano.

Después de un día de batalla -guerra civil- Severo se enfrenta con Julia y le dice: «voy a pactar con Albino. Porque un imperio no vale toda esta sangre que se ha derramado hoy, y que quizá también puede ser nuestra sangre y la de nuestros hijos».

Y Julia, con una sencillez le responde: «no estamos en esta guerra por un imperio; estamos por esta guerra por una dinastía. La dinastía que empezó con Nerva terminó con Cómodo. Ahora estamos creando una nueva dinastía, en la que serás el primero y luego te seguirán tus hijos…»

Y lo convenció de derrotar a Albino; que por supuesto, no le fue fácil.

Satisfacciones vacías

Me sigue diciendo Lucky que «los jóvenes están tan acostumbrados a tener satisfacciones vacías y rápidas, que se ha perdido lo que vale la pena: que es el amor, que es la experiencia, que es el aprender realmente de la vida, el aprehender de la vida…»-

Sigue diciendo Lucky que su amiga «sentía una gran decepción porque quizá no estamos llegando a provocar un cambio, porque se han ido perdiendo principios, valores; la sobremesa, que es algo tan importante a nivel familiar… ¿qué le estamos dejando a nuestros hijos?»

Quizá lo que habría que añadir aquí es una visión positiva.

A veces uno puede sentirse decepcionado cuando ve el mundo.

Pero en sentido estricto, eso ha pasado siempre.

Por eso, la decepción debe cambiarse por ilusión, porque sabremos transmitir estos valores, estos ideales, el ideal de belleza.

Si no estamos aquí para cambiar el mundo, ¿para qué estamos?

Y lo empezamos cambiando en nuestro círculo cercano.

Continuará

Para variar un poco, me salió largo este post.

Una cosa fue llevando a la otra y al final ya he dejado tantas ideas que puede perder eficacia el segundo comentario que quería hacer.

Así que ese segundo comentario quedará para el siguiente post, y así le cumplo a Talío que escribiría tres post sobre sus filtros.

PS1
Le pedí a Talío fotos sin filtros para este post, pero no me quiso contestar ni enviar nada… no se lo tomaré en cuenta.

PS2

Me encontré mis apuntes de una de las clases de mi maestro Alvira donde habla de la belleza.

Los dejo aquí. Hay que tomar en cuenta que son apuntes tomados al vuelo y no los trabajé antes de pegarlos aquí:

Trascendentales que configuran el ámbito humanístico: belleza, verdad, bondad y unidad.

Para ser más perfectamente humanos tenemos que aprender a calibrar la belleza de la realidad. Estos trascendentales podrían llamarse dimensiones fundamentales. La belleza sirve para todo. Para la ciencia. Aristóteles decía: la matemática está en función de la belleza. La matemática más que buena es bella. Decía que no podía aplicarse a la vida.

La dimensión de la belleza es la primera dimensión, porque es la que llama; somos llamados por la belleza. Es la que nos despierta del sueño de la ignorancia. Es la dimensión de atractividad, despertadora de la realidad.

Verdad. Es la dimensión más desconocida en nuestros días. Es la dimensión de la comunicación, lo común. Todo mundo tiene su opinión: la verdad es lo común. Las opiniones se transmiten, pero no hay comunidad. No hay nada profundo en común.  La opinión es mía o tuya, pero la verdad es de todos. La verdad es dueña de nosotros. Si una verdad es verdaderamente verdad, se me impone. No soy yo, sino ella lo que se impone. Lo verdadero es lo no manipulable. Lo propio de la verdad es que ella tiene más poder que yo. En ese sentido, la verdad no puede ser engañosa, mientras que la belleza sí puede ser engañosa (puede haber apariencia).

Diferencia entre apariencia y realidad. Me atrae porque me parece bello… pero … (Ejemplo de una actriz: “es bella”… sí, pero hablá con ella tres veces y ya no te parecerá tan bella.

(…)

Paradoja del  método socrático. En el Diálogo  (Simposio) de Sócrates se pregunta lo que es el amor. Sócrates no da su opinión. Sino que cita a una sacerdotisa. El eros (amor) nació en la fiesta de afrodita (diosa de la belleza). Por eso el amor siempre tiene que ver con lo bello. El  amor hay que despertarlo y esto empieza por la belleza. Su padre es la abundancia y su madre la carencia (papas de Eros). El amor es siempre pobre y siempre abundante: grandeza, saciedad, suficiencia. Extrañe mezcla entre profunda suficiencia y profunda indigencia. Y la ciencia del saber es exactamente igual. Sólo se puede decir algo que uno sabe. El que sabe, lo sabe decir. Y al mismo tiempo el que sabe es siempre consciente de su profunda indigencia.

(…)

Ha de enseñarse, ha de hablarse bellamente.