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Auto-ayudarnos

En algunas ocasiones he tenido la oportunidad de participar en actividades destinadas a pensar cómo ayudar a otras personas, y a “auto-ayudarnos” en diversos aspectos como podrían ser académicos, humanos, profesionales, etc.

Siempre que tengo esta oportunidad me recuerdo de Arturo uno de mis compañeros de maestría.

Con Arturo estábamos en el mismo equipo, por lo que el trato era habitual: dos veces por semana.

Con la discusión de los casos, todos decíamos cosas divertidas, cosas serias, cosas sensatas y cosas insensatas.

Y entre las que catalogaría de divertidas, Arturo tiene una que es la que recuerdo cuando asisto a estas actividades.

Estábamos discutiendo un caso y Arturo, efusivamente decía algo así: “este jefe ‘automotivaba’ a todos sus empleados”.

Nos quedamos todos serios un rato…, hasta que nos empezamos a reír.

Le explicamos a Arturo que nadie puede ‘automotivar’ a otra persona, ya que solo uno mismo puede automotivarse.

Si acaso, el jefe podía motivar a alguien, pero no ‘automotivarlo’.

Después de un rato Arturo cayó en la cuenta y participó de las carcajadas del momento.

Auto-Ayudarnos

Pues decía que esta anécdota me viene a la memoria cuando participo en actividades donde lo que se trata es pensar cómo llegar mejor a las personas, para que mejoren su formación.

Porque, a fin de cuentas, toda formación es auto formación.

Quizá habría que hacer una matización a la frase anterior: «casi toda la formación es auto-formación».

Pero la dejaré así en universal, para que pueda explicar más detalladamente el tema.

No es que otra persona auto forme a otra, sino que yo mismo me he de formar.

Hemos de conseguir «auto-ayudarnos».

El obtuso de turno

En el aula, de vez en cuando, te topas con alguien a quien podríamos llamar obtuso, un poco cerril.

Personas que quizá no entienden algo, pero cuando les quieres explicar, te piden que les expliques como a ellos les gustaría que les explicaras.

Uno trata entonces de ser adivino para traducir esos conceptos a su lenguaje.

Y resulta que te estas desgatiñando para explicar algo y el interfecto no te está poniendo atención porque ya está pensando en cómo decirte que no le has explicado bien.

La cosa es que, cuando te topas con personas así, te planteas ¿este cuate podría autoformarse?¿Podrá auto-ayudarse?

Quizá sí ha podido auto ayudarse, pero con esa actitud puede cerrarse a cualquier otra ayuda que le puede indicar algo que viene de fuera.

Auto-Formación

Regresando al tema, conviene comentar que a pesar de que toda formación ha de ser autoformación, si es necesaria la participación de otras personas en nuestra formación.

Hay tanto escrito y gente que tiene tantos conocimientos que sería absurdo tratar de aprender las cosas solo por nuestra a cuenta.

Como decía aquella frase, de que «nos esse quasi nanos, gigantium humeris incidentes, somos enanos encaramados en hombros de gigantes.

Manteniendo esto a salvo, es necesario considerar que esto no es suficiente para formarse.

Esta es una condición necesaria pero no suficiente.

Es necesario que quiera formarme. Dejarme ayudar. Auto-ayudarnos.

Yo, personalmente, necesito querer adquirir los conocimientos, entenderlos, interiorizarlos, aplicarlos a nuestra vida si fuera el caso.

Distintos tipos de saberes

Porque de todo el saber, hay saberes teóricos y saberes prácticos.

Hay conceptos e ideas que te sirven para conocer mejor las cosas o a las personas, y hay otros saberes que te animan a cambiar tu conducta.

Es lo que a veces se dice que algo de esto es performativo, que no solo te da conocimiento, sino que te cambia la actuación.

Por ejemplo, esto mismo que he querido comentar, sobre la autoformación (auto-ayudarnos), tiene que terminar siendo performativo, porque -y ese es mi deseo- todos debemos de plantearnos siempre metas formativas que te renueven la vida, que te la rejuvenezca.

No al estilo de los propósitos de año nuevo, sino algo más pensado, más profundo, más rebotado con otras personas.

Plantearse un plan de formación, de autoformación, es algo que conviene revisar con frecuencia.

Fijarnos unas lecturas, estudiar un tema, concretar un tiempo para hacer estas cosas, asistir a una conferencia, tomar un curso, platicar frecuentemente con una persona, pudieran ser pequeños detalles que te pueda ayudar a autoformarte.

Hay muchas excusas que se nos pueden ocurrir para no plantearnos esta formación:-tengo mucho trabajo -yo ya estoy suficientemente capacitado para el trabajo que realizo,-soy el mejor experto en el mundo mundial sobre este tema-, no hay mucho mas que pueda aprender sobre algún tema.

Reflexionar

Mientras reflexionaba sobre estas cosas y la ponía por escrito se me vino a la cabeza que quizá una de las tantas razones por las que tengo este blog, es precisamente para autoformarme.

(Hago un paréntesis para comentar que estoy cumpliendo ya 9 años con este blog, desde mi primer artículo «la historia de mi pasaporte salvadoreño» exactamente un 27 de marzo de 2013)

Trato de encontrar temas, descubro ideas que me gustan en las conversaciones con otras personas y luego trato de explicármelas a mi mismo.

Y ponerlas por escrito también me hace reflexionar.

Precisamente reflexionar es una conditio sine qua non para autoformarnos.

Las cosas no solo hay que conocerlas sino reflexionar sobre ellas.

Con la cantidad de información que tenemos ahora, es más difícil ponerse a reflexionar.

Generalizando un poco -con el perdón de quien no actúa así- a los latinoamericanos nos cuesta reflexionar, pensar las cosas…

Nos gusta que nos den las cosas ya bien preparaditas, listas para consumir.

Y somos poco generadores de conocimiento, de ideas, de reflexiones para nuestra propia vida y para la de los demás.

Sé que hay muchos latinoamericanos que sí han generado concimiento, ideas y reflexiones.

A quienes agradezco mucho.

Planteándolo en positivo podríamos decir que es maravilloso descubrir, para mí y para los demás, una idea que puede servirnos para cambiar una conducta, una opinión, una forma de pensar.

Una idea que luego “venderemos” a los demás porque las ideas que nos resultan atractivas las manifestamos siempre a los demás.

Bonum est diffusivum sui, dice el dicho latino: el bien es de suyo difusivo.

Así que además, si nos planteamos nuestra autoformación, también nos caerá, por propio peso, la responsabilidad de ayudar a los demás a formarse.

Y termina siendo un círculo virtuoso que ayuda a otros en la medida en que nos auto ayudamos.

Ojalá podamos auto-ayudarnos más cada día.

PS: Agradezco nuevamente a mi amigo Talío con quien reboté algunas de estas ideas. Espero que ambos nos auto-ayudemos a formarnos.