Unas consideraciones para el 2015


En pocas horas, en América, empezará a llegar el año 2015. En Europa ya ha llegado, y  antes en Asia y Oceanía.

Como pasa cada año, es un momento para reflexionar sobre el año transcurrido, 365 días vividos con sus más y sus menos.

«Una mirada al pasado. Y…. ¿lamentarte?» Quizá no nos conviene, «no: que es estéril». Lo mejor es «Aprender: que es fecundo». Aprender de las cosas que hicimos bien, y de las que hicimos mal. 

Siempre podemos reflexionar sobre lo acontecido y descubrir dónde nos equivocamos y dónde acertamos para sacar un provecho a esos acontecimientos.

«Gracias, perdón y ayúdame más» le decía con frecuencia en su oración personal a Jesús Sacramentado el Beato Álvaro del Portillo. Buena frase -jaculatoria- para decirla hoy, y tenerla presente para el 2015. 

Es también hoy un buen día para rezar un Te Deum (lo anexo al final), un himno de acción de gracias a Dios por el año transcurrido…

Viendo para adelante, el 2015 seguro nos esperará con cosas buenas, y con cosas que no sean tan buenas, pero de las que se puede sacar cosas buenas.

Podría ser un año dedicado a la familia, pidiendo a la Sagrada Familia de Nazareth que sea el ejemplo a imitar por cada familia. El Papa Francisco lo pedía así con la siguiente oración.

Jesús, María y José 
en vosotros contemplamos 
el esplendor del verdadero amor, 
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias 
lugar de comunión y cenáculo de oración, 
auténticas escuelas del Evangelio 
y pequeñas Iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios 
de violencia, de cerrazón y división; 
que quien haya sido herido o escandalizado 
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos 
haga tomar conciencia a todos 
del carácter sagrado e inviolable de la familia, 
de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Feliz año para todos

Adjunto el texto del Te Deum.
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.

Creemos que un día has de venir como juez.

Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.