Discurso en la graduación de Unis Business School de abril de 2017

Excelentísimo Señor Vicerrector de la Universidad del Istmo, Licenciado Marco Antonio García Kihn. Apreciado Licenciado Víctor Turcios Juárez, Director General de la Escuela de Negocios de dicha Universidad. Distinguidos miembros del presídium. Estimados graduandos. Dignas personas que nos acompañan esta noche.

Siempre es complicado preparar estos discursos y más aún leerlos.

Hace algunas semanas me pidieron estar aquí con ustedes esta noche, y desde ese momento empecé a pensar sobre qué tema podría hilar algunas ideas para reflexionar.

En un primer momento pensé en hablarles de  finanzas… y me dije, podrías usar una de esas frases que alguna vez un tu alumno ha soltado en clase, como “el problema es el descalce de la brecha de la liquidez”.

Pero luego pensé que hablar de finanzas en un discurso de graduación no sería de lo más agradable.

Así que empecé a pensar en aquello a lo que me he estado dedicando últimamente, que es a la Toma de Decisiones. Por razones de estudio  y de trabajo he estado centrando mi esfuerzo académico en la Decisión, estudiando lo que Carlos Llano dice sobre este tema.

Pero también pensé que a veces este tópico puede ser un poco tedioso, por los matices filosóficos que en ocasiones conlleva.

Total que, buscando decidirme, terminé en la indecisión.

Pero cuando una persona está indecisa entre varias alternativas, siempre le terminan por salir temas, ideas, propuestas, pensamientos aislados o pensamientos que conectaban unos con otros.  

Así que opté por sentarme a tratar de poner por escrito estas ideas y engarzar unas con otras. Y este es el resultado. Espero les pueda ser útil.

De cualquier manera, antes de empezar con estas consideraciones, quiero felicitar a cada uno de los graduandos de la Maestría y del Postgrado.

Tuve el honor de darles varios cursos a los que finalizan la Maestría. Me siento muy orgulloso por  haber conocido y hecho amistad con ellos. Les felicito especialmente y les agradezco  su amistad y cariño que son correspondidos de mi parte.

A los del Postgrado sólo he podido darles, por de pronto un par de cursos; así que, si Dios quiere, seguiré en este su segundo año, haciéndolos sufrir un poco más. Dicho sea de paso, con este apreciado grupo he tenido la suerte de celebrar mi clase 1,000 en la Escuela de Negocios de la Universidad del Istmo, hace algunas semanas.

Además, les tengo una especial estima y agradecimiento, porque en los cursos que he tenido ocasión de estar con ustedes, sus inquietudes empresariales me han hecho pensar y asimilar mejor conocimientos adquiridos hace mucho tiempo. Así que les felicito y les agradezco.
Vivimos en un país privilegiado. Las bondades y belleza de Guatemala son únicas.

Un amigo, quien visitó Guatemala en varias ocasiones me decía que a él le gusta “conocer el paisaje y el paisanaje”, el lugar y la gente. Y nuestro país tiene maravillas en ambos: en los paisajes, y con una mayor riqueza en el paisanaje.

También, hay que reconocerlo, Guatemala tiene muchas dificultades. No voy a enunciarlas, porque me gustaría dar un mensaje de luz y optimismo con estas palabras.

Hace pocos años se firmó la paz que concluía una guerra fraternal de varias décadas.

Hemos tenido, más recientemente, un proceso casi único de participación de la sociedad civil en el retiro de personas que estaban dañando los intereses de la mayoría: verdaderamente un ejemplo para el mundo.
Pero hoy quería llamarlos a hacer otra cosa. Quería llamarlos a hacer un cambio en nuestras vidas.
En mi oficina, a pocas cuadras de este lugar, tengo dos frases pegadas. La primera es una especie de poema, que dice así: “Sólo el necio veo ser, en quien remedio no cabe, porque pensando que sabe,  no cuida de más saber”.

Con frecuencia trato de reflexionar sobre esta frase. Es muy fácil que nos sintamos ya con los conocimientos necesarios, y nos planteemos no saber más.

Me parece, además, que esta frase tiene una interpretación todavía más de fondo que la que se refiere a los simples conocimientos.

Y quisiera hacer esta segunda interpretación con ustedes.

Nuestros graduandos se mueven en ámbitos de la acción, en la empresa, donde el conocimiento no necesariamente ocupa el primer lugar, sino que ese lugar es ocupado por la acción: mover a la empresa y a sus integrantes hacia adelante, hacia la búsqueda del objetivo primordial.

Y esta segunda interpretación es que podemos aplicar esta frase a la acción: “…porque pensando que sabe, no cuida de más saber”.

Podemos pensar que ya actuamos bien, y por lo tanto no revisamos en qué podemos mejorar nuestra actuación, nuestra acción.

Esta es la primera idea, tomada de la primera de las frases que tengo en mi oficina a la vista de quienes me visitan.

Pero tengo otra frase, también muy antigua como la anterior, que en la práctica sólo leo yo, pues está escrita en un post-it y pegada en un atril de lectura que tengo en mi escritorio.

Esa frase, del italiano antiguo se debe a un tal Francesco Datini, y más o menos dice así: “Nel nome d’ Dio e del quattrino”. Datini se refiere aquí a las razones por las cuales actuaban los primeros empresarios del actual capitalismo. Así que podríamos decir que esos emprendedores de los siglos XV y XVI trabajaban “en el nombre de Dios… y del dinero”.

Cuando leí esta frase, me encantó. Me parece que nadie podría discutir que la motivación que da trabajar por dinero es una buena motivación, ya que todos precisamos de esas monedas para intercambiarlas por otros bienes y servicios.

Pero me llamó la atención que también trabajaran en el nombre de Dios, y que la mención de Dios fuera antes que la mención del dinero.
Ahora conecto las dos frases.

Pienso que cada uno de los que estamos aquí podemos cambiar; no sólo podemos adquirir nuevos conocimientos sino que también podemos mejorar nuestra actuación. Y considero que podríamos añadir a la frase del italiano, una palabra que es sobre la que quiero elaborar. “Nel nome d´Dio e del quattrino, e del servizio”.

Es esto lo que les quiero plantear hoy. El servicio. Realmente plantearles un liderazgo empresarial basado en el servicio, ser útiles a los demás.

Alguno podrá pensar “que iluso este profesor que nos viene a hablar de estas utopías”; o que viene a contarnos, tal como acuñó Zygmunt Bauman, la retrotopía, el buscar la utopía en un pasado idealizado por los primeros emprendedores del capitalismo italiano.

Pues la verdad no lo sé si será un planteamiento utópico o retrotópico. Pero dándole vueltas a muchas cosas que pasan en nuestro país y en nuestras empresas, pienso que este cambio de mentalidad puede efectivamente ayudar a sacar adelante a Guatemala.

Ustedes están culminando dos años de estudios de una Maestría… otros están a medio camino de esto mismo. Y todos están trabajando en una empresa.

Tenemos que ver, pensar, sentir y actuar en consecuencia con la idea de que la empresa no es la suma de sus activos. No. La empresa es una comunidad de personas. 

Son las personas las que hacen las empresas. Y a las personas, hay que servirlas.

Así que en cada una de sus empresas les animo a empezar a transmitir esta propuesta: vamos a mejorar a las personas, a ayudarles, a formarlas, a desarrollarlas, a enseñarles a dejar atrás el egoísmo y pensar en ayudar también a todos los demás, en prestarles un servicio.

La persona ha de ser verdaderamente el centro de nuestra empresa.

Esta propuesta que traigo para esta noche es radical, y pretendo que sea renovadora.

Porque estoy tratando de plantearles que pensemos en primer lugar en los demás. Les estoy proponiendo un fin trascendente, un fin de entrega.

Que todos los que estamos aquí empecemos a cambiar, y así ser un fermento para cambiar a nuestra sociedad.
Me vienen a la cabeza dos recuerdos relacionados con esta idea.

El primero, es un recuerdo de una micro serie de televisión titulada John Adams, que toma al primer Vicepresidente y luego, segundo Presidente de Estados Unidos como personaje principal para presentar a los padres fundadores de la democracia en ese país.

En un momento de la serie se ve el viaje que hace Adams a Francia a solicitar al gobierno en París su apoyo al nuevo país independiente, para defenderse de Inglaterra. Adams, urgido de conseguir ayuda económica y bélica para la guerra, se encuentra a los franceses centrados en la juerga, la fiesta, el descanso, porque como se decía, “el no trabajar en la corte da mucho trabajo”.

Pues a este ambiente llega Adams. Recibe una invitación a una fiesta donde pasa a ser el centro de atención. Los franceses, representados en esa serie, aparecen como los clásicos desocupados que se dedican a ser curiosos de todo lo nuevo. Así que le preguntan a Adams varias cosas sobre Estados Unidos como nuevo país soberano. Éste va contestando con paciencia, y con delicadeza de abogado experimentado. Y de repente salta una pregunta de uno de sus anfitriones.

Le dice, Monsieur Adams, ¿tienen ustedes poetas como tenemos aquí en Francia? La cara que pone Adams ante esta pregunta, no tiene precio. Y más o menos le contesta lo siguiente: “Ahora no tenemos poetas. Los que estamos allá ahora tenemos que dejar todo para consolidar la independencia. Los que vengan detrás de nosotros tendrán que trabajar para desarrollar nuestro país. Y quizá luego, vengan los poetas.” La frase no es textual, aunque se dice que Adams sí la mencionó en Francia.
El segundo recuerdo que me vino a la cabeza tiene que ver con el anterior Presidente Honorario de la Universidad del Istmo. Leí  una frase que escribió que decía algo así: “para sacar adelante un país hace falta que una o dos generaciones se sacrifique por ese país”.

Dos recuerdos que tienen que ver con lo que les planteo hoy. El servicio, el pensar en los demás antes que en mí mismo.

Toda misión de gobierno, de liderazgo, debe ser de servicio”. 

Estas palabras inspiradoras, pronunciadas por el Presidente Honorario de la Universidad del Istmo, Monseñor Fernando Ocáriz, deben marcar nuestro rumbo.

Imagínense lo que se puede conseguir si logramos permear en nuestro querido país esta idea.

Todo gerente tendrá la ilusión de servir a los demás. Cualquier alcalde pensará antes en su comunidad que en medrar en las pobres arcas de su Municipio.

Y no digamos la maravilla que sería tener una administración pública y unas empresas en donde lo que priva es el servicio, el verdadero servicio.

Pero para que esta propuesta pueda tener éxito y no sea una utopía, se los planteo a ustedes graduandos, y a las personas que están acompañándoles  hoy en este día de alegría. 

¿Será tan difícil dejar de pensar en mis cosas, para pensar en los demás?

Y ¿saben qué? Cuando uno piensa y actúa por los demás, es cuando llega verdaderamente la alegría.

Y luego, hay que aterrizar estas ideas, en la familia, en el trabajo, en los lugares de descanso, en los clubs deportivos… el servicio, estar pendientes de los demás.

Con todas las fuerzas de mi alma me gustaría tratar de calar esto en sus corazones.

Guatemala es un gran país, y con nuestra ayuda lo haremos más  grande, lo llevaremos hacia adelante, sirviendo, trabajando bien en las empresas en las que estamos, en las empresas que crearemos, buscando como el primer objetivo servir a los demás,  y no servirnos de los demás.

Nuevamente muchísimas felicidades, y muchas gracias.