Salir de la órbita del yo

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El mundo de la astronomía es apasionante, por lo menos para mí. Por supuesto que no soy experto, pero desde niño ha sido un tema de lectura recurrente en cualquier cosa que se presente referida a naves exploradoras, cuestiones físicas (las famosas leyes de Kepler)… cualquier noticia referida a temas astronómicos la leo con fruición… una de las cosas que más me “apabulla” es atisbar la grandeza de nuestro Sistema Solar, de la Galaxia en la que estamos, del cluster de Galaxias a la que la nuestra pertenece, y del universo conocido… hay unos datos que demuestran ese apabullamiento: se considera que en la Vía Láctea (la famosa Milky Way) hay unos 11 mil millones de estrella (soles)… y se calcula también unos 11 mil millones de galaxias.
Por experiencia natural, todos vemos que el sol gira alrededor de la tierra. Por ciencia sabemos que es la tierra que gira alrededor del sol en una órbita elípitica, donde el sol ocupa la posición de uno de los focos de la elipse… todos los planetas del sistema solar giran alrededor del sol, al igual que los asteroides y cometas… los satélites giran alrededor de los planetas. También el solo gira alrededor de otra estrella y las galaxias de igual forma.
Sólo hay un ser que puede girar alrededor de sí mismo. Y esos somos los humanos. Precisamente el título de este post está relacionado con la astronomía básica y con antropología común… en muchas ocasiones el ser humano gira en la órbita del yo.
La órbita del yo nos hace pensar en “yo”, en mí. Como decía una definición: “egoísta es todo aquel que no piensa en mí”.
El egoísmo me parece que es connatural al ser humano. No quiero entrar en los principios que explicarían esto (que serían unos principios teológicos basados en el pecado original). Sencillamente quisiera referirme a la experiencia personal de cada uno y a la experiencia con otras personas. Vemos, con demasiada frecuencia, como todos tendemos a pensar más en nosotros mismos que en los demás. Pero por otro lado, tenemos experiencia de personas generosas, que piensan más en lo demás que en ellas mismas. Si cada uno piensa en su mamá puede encontrar un ejemplo de alguien que piensa antes en sus hijos que en ella misma. La generosidad de las mamás es proverbial, y creo que todos tenemos que decirle muchas veces a su mamá: ¡gracias por ser generosa!
¡Aprovecho para agradecerle a mi mamá!
Hace algunos días, hablando con una persona a la que tengo mucho cariño, le animaba a hacer algo que le exigía ser generosa. Esa persona me decía más o menos lo siguiente: “lo que pasa es que soy muy egoísta; y a veces pienso que sí lo debo hacer, pero luego pienso en mi comodidad,  y hacer eso que me pides, me rompería esa comodidad y tendría que pensar en los demás”.
Por un lado me dejó triste su actitud. Por otro me gustó, porque reconocía cuál era el origen de la falta de ese acto de generosidad. Lo primero para rectificar es reconocer la causa de esa situación.
¿Por qué actuamos de forma egoísta? Creo que no hay una respuesta única a esta pregunta. Pero quizá una causa simple de nuestro egoísmo es que buscamos la felicidad. Y la forma más “fácil” de ser feliz es pensar en mi propia nariz, en girar en la órbita del yo. Pero al poco tiempo es también fácil darnos cuenta que girar alrededor de mí mismo lleva al aburrimiento, a la decepción, a la tristeza. Totalmente paradójico.
“Darse al servicio de los demás es de tal eficacia que Dios lo premia con una humildad llena de alegría”. Aquí está la receta. Salir del egoísmo es difícil. Pero hace un acto de generosidad, servir a los demás, entregarse a buscar el bien de los otros, nos lleva a salir del egoísmo y nos lleva a la alegría.
Para esto siempre necesitamos ayuda de otras personas. Porque muchas veces el egoísta no se da cuenta de en qué cosas es egoísta. Así que necesitamos ayuda de una persona (que está siendo generosa al ayudarnos) para empezar a querer salir del egoísmo, a querer salir de la órbita del yo.
Podemos y debemos tratar de salir de la órbita del yo, para girar en la órbita de los demás, a girar en la órbita de Dios. Buscando la alegría y la felicidad aquí es un camino súper acertado. Ojalá todos podamos seguir este camino.