Mi querido amigo Miguel


El próximo jueves 29, día de San Miguel Arcángel, cumpliría años mi querido amigo Miguel.

Hace unas horas Dios nuestro Señor decidió que su cumpleaños 32 lo pasara en el Cielo.

Hoy por la mañana entró a mi despacho mi colega, amigo y bi-tocayo Javier Hurtado. Me desconcertó porque traía una cara como nunca lo había visto. Siempre que se asoma a saludar, a platicar, a tomar un café, aparece con una expresión de alegría, con una sonrisa a flor de labios. Pues hoy no. Tenía una cara de desconcierto, de incredulidad, de anonadamiento. Cuando me dio la noticia que había leído en el Facebook, así puse la cara yo también.

«No puede ser», pensé para mis adentros. Aquel Miguel sonriente, simpático, jugador, inteligentísimo se nos había adelantado.

Tratamos de confirmar la noticia y pronto la realidad nos golpeó como con un puño. Efectivamente, víctima de un derrame nos había dejado.

Miguel llegó a trabajar al IPADE hace muchos años, mientras terminaba la Universidad. Su trabajo fue ser Asistente del Área de Finanzas del IPADE, trabajando más de cerca con mi colega y amigo Oscar Carbonell. 

Era un gran tipo el buen Miguel. Listo como él solo… Me echó una buena mano trabajando en un simulador, ya que controlaba bastante bien el Excel. Muchos de mis alumnos han usado ese simulador encantados de la vida por lo que hace. También me ayudó para crear una hoja de Excel para un caso que ha impresionado más a nuestros participantes a lo largo de los años, pues hace una valuación de una empresa en unos pocos segundos.

Bueno, al decir «me ayudó» quiero decir que él  hizo todo eso en el Excel. Yo le iba indicando qué tenía que hacer el modelo y él lo hacía… y lo hacía bien.

Le encantaba hacer ese tipo de cosas. Tanto así que a veces le distraía de lo que tenía que hacer… y hasta me jalaron las orejas por «robármelo» tanto tiempo…

A causa de uno de estos simuladores-modelos en Excel nos invitaron a hacer una consulta a una empresa en el norte del país. Viajamos los dos un par de días a esa ciudad para trabajar en ello.

A pesar de la diferencia de edad, creo que logramos ser amigos. Me parece que él tenía mucha facilidad para hacer amigos. Era un chico muy agradable, simpático, sonriente, gran deportista.

A los años de trabajar en el IPADE se animó a estudiar la Maestría en Dirección de Empresas de tiempo completo en la misma escuela. Tuve que hacer mis «movidas» para que quedara en el equipo del que iba a ser designado preceptor. Así que durante dos años más lo vi con frecuencia. También tuve la oportunidad de ser su asesor del trabajo de verano; por este trabajo le dieron un reconocimiento, pues lo había hecho muy bien.

Al finalizar el Master, en 2010 se fue a trabajar en una empresa farmacéutica y luego se dedicó a los bienes raíces.

A partir de estas fechas dejé de tratarlo con frecuencia, aunque lo seguí más o menos por sus publicaciones en Facebook y una que otra vez que nos veíamos.

Hace unos seis meses hizo una prueba académica para ver si lograba entrar al área de finanzas como profesor. Había sido el plan original cuando empezó el master que algún día regresara al IPADE como profesor. Lamentablemente, por diversas circunstancias no se logró concretar su ingreso.

Me decía una persona que lo quería mucho que se sentía en shock. Que eso de «no saber dónde está» y, peor, «eso de que ya nunca hablaré con él» era algo que no terminaba de asimilar.

Le comenté que así estábamos muchos en la escuela: no lo creíamos, ni lo creemos. Mi amigo Javier me dijo: «caí en la cuenta de que había muerto cuando le conté a mi esposa lo que había pasado». 

Así nos pasa a todos cuando perdemos a alguien cercano a quien queremos mucho y bien.

Sólo nos queda rezar y llorar por Miguel. Ese llanto que libera la tristeza del alma que viene «cuando un amigo se va». 

Pienso en sus papás (a quien tuve el gusto de conocer) y en sus hermanos. Le pido a Nuestro Señor que les de a todos ellos la fortaleza para aceptar su Voluntad, aunque a veces nos parezcan inescrutables sus designios.

Para todos los que quisimos -y queremos- bien a nuestro amigo Miguel, les mando un abrazo de pésame, al mismo tiempo que los recibo de cada uno.

Descansa en paz Miguel.