Las nuevas tecnologías y las virtudes (II)


Sigo con este tema de las «nuevas» tecnologías y las virtudes.

Decía en mi post anterior que la tecnología a la que tenemos acceso ordinariamente son indiferentes desde el punto de vista moral. Dependerá de cómo las usemos así creceremos en virtudes o en vicios, es decir, serán bien utilizadas o mal utilizadas.

Es también muy obvio para cada uno de nosotros -los que no hemos nacido con la tecnología- cómo ha cambiado todo. Era muy emocionante encender la televisión -moviendo un botón a la derecha- y empezar a oír el programa del canal correspondiente; y luego, a los segundos, empezaba a aparecer en el centro de la pantalla un puntito, mientras los bulbos calentaban; y ese puntito iba creciendo hasta abarcar toda la pantalla; y mientras, sólo se oía lo que se decía y no se veía nada. Luego estaba la corrección cuando empezaba a moverse inadecuadamente la pantalla  y había que ajustar la misma televisión. Cambiar de canal implicaba levantarse a mover lo correspondiente; y bueno, en mi tierra salvadoreña sólo había dos canales, el 2 y el 4; luego apareció el 6, que también era privado, y el 8 y 10 que eran estatales  (cuando no tenían nada que pasar en esos canales, pasaban resúmenes de partidos del Mundial de fútbol de México 1970; prácticamente me los vi todos y varias veces, así que es el Mundial que mejor conozco). Además, todo era en gris… es decir, blanco y negro. La TV a colores llegó años después.

Todavía recuerdo la primera vez que vi un control remoto de televisión. Había ido a la casa de mi amigo Chicho (quien luego fuera candidato a Presidente de El Salvador) y me entró al cuarto de sus papás y encendió la tele. Ya era a color. Entonces el Chicho se alejó de mi hacia atrás, y desde la espalda activó el control remoto (que funcionaba enviando una señal de audio en el espectro auditivo para el ser humano); mi sorpresa fue ver cambiarse el canal, moviéndose la perilla que se usaba para el cambio. Creo que tardé varios segundos en cerrar la boca.

ya no sigo poniendo más ejemplos, porque me perdería de lo que quería tocar como continuación del post anterior. Así que retomo el tema.

Según mi amigo el conferencista la tecnología nos ha cambiado mucho en los criterios de importancia de las cosas. Y nos ponía un ejemplo que había ocurrido la semana en curso. Había una entrevista de un noticiero de USA, en la que una Senadora de ese país daba nas declaraciones; por lo visto, la entrevistas era en vivo. De repente le envían un mensaje de audio a la entrevistadora, y ésta comenta: «Senadora, vamos a interrumpir un momento la entrevista porque tenemos una noticia importante qué dar a nuestro televidentes». Y pasan a la noticia: «Justin Bieber detenido en Miami por carreras de carros…». Sin comentarios.

Nos comentaba también mi amigo el conferencista, que los estudios neurológicos últimos han detectado un incremento de velocidad en las conexiones neuronales (por estar más tiempo conectados), por lo que los exámenes de IQ han aumentado, es decir, los muchachos son más listos, más inteligentes, mas nerds, mas ñoños (que eso mide el examen de IQ)

Pero, oh sorpresa, también han detectado que se ha ido perdiendo la capacidad de reflexión profunda.

La verdad es que es un tema bastante serio. Las decisiones que comprometen la vida tomadas «YA»… muy complicadas las consecuencias que pueden devenir de esto. Para la sociedad en general, pero especialmente para las personas en particular.

Pero también tiene una consecuencia ese estar conectado siempre. Y es la ansiedad, es stress de estar enterado, de saber de primero lo que está pasando y en todo momento. Nunca había habido tantos niños enfermos de ansiedad como ahora. Han perdido su niñez, porque están preocupados por cosas que suceden lejos, sin preocuparse por lo que sucede cerca. Y tampoco hemos tenido tantos adultos enfermos de stress (úlceras, falta de sueño, gastritis, esofagitis y demás) como ahora. Tampoco es sólo por esta conectado y estar enterado de lo último, pero esto ayuda.

Decía el Profesor Alvira  «que antes uno se distraía para descansar; ahora se descansa de distraerse». Porque con los aparatos nos distraemos mucho… y necesitamos cortar de vez en cuando de estar pendiente del celular, del mail, del chat, para centrarnos en platicar, en comer, en «estar»… 

Creo que todos somos curiosos. Algunos más, otros menos, pero todos tenemos la ilusión de estar enterados de cosas. Hay quienes tienen facilidad para enterarse de las cosas; otros no tanto. Pero la curiosidad es un «vicio» opuesto a la virtud (muy poco conocida) de la «estudiosidad». Con la tecnología, la curiosidad se puede disparar por 1000 o más (si es que se puede cuantificar). No sé tu experiencia en esto, pero cuando uno busca algo en Internet es muy fácil empezar con un tema y terminar con una cosa que nada que ver con el tema de inicio. A mí me ha pasado muchas veces. Y aquí hay otro ámbito de formación de la virtud. Buscar la estudiosidad no la curiosidad, el querer saber porque lo necesito, moderando la tendencia a desordenarme en ese conocimiento; o el querer saber por saberlo, y mejor si lo sé antes que algunos otros.

Saber valorar el desconectar. Qué bonito es ir al mar, al lago, a hacer ejercicio e ir desconectado. Y a veces se sugiere también desconectar de todo, es decir, saber valorar el silencio.

Ahora es muy difícil estar a solas -estar consigo mismo- y no estar «haciendo nada». Eso que algún filósofo llama el «ocio creador» u «ocio creativo». Ese pensar, a largo plazo, sin distracciones, sin estar con el celular en la mano, o escuchando música, o poniendo la foto del anochecer en el Facebook. Desconectar… qué difícil y qué útil.

Alguien decía que los hombres «quieren a su mujer, pero aman a su carro». Ahora se podría decir así de algunos con la tecnología. Antes también se decía que si no teníamos tarjeta de crédito no eras nadie; ahora si no estás conectado no sos nadie… Y a veces conviene «ser nadie».

Por lo que veo, he escrito muy desordenamente esto. Perdón. Pero quizá en resumen es que hemos de usar los instrumentos con templanza, con temperancia. Quizá aprovechar las noches para desconectarse (en serio), y los fines de semana. 

Las noches, desde la hora de cena. Para platicar con la familia. Si nos llama el jefe, que se espere hasta el día siguiente.

Los fines de semana…. Pienso un fin de semana en el mar. Dejar el teléfono al lado de la ropa, llegar a una hamaca con ropa de mar, y ponerse a leer un buen libro, y olvidar los problemas o alegrías que nos lleguen por los instrumentos de tecnología.