El pollito inútil de la avestruz



Hace años, un conocido criaba avestruces. En una ocasión nos contaba cómo incubaban los huevos de avestruz en unos aparatos con la última tecnología. Y me contó una anécdota que le ocurrió cuando empezó a romper el cascarón el primer pollo de avestruz que habían incubado. No sé si has visto y tocado un huevo de avestruz; es impresionante de lo duros que son; lo podés dejar caer, casi tirar y no se rompen. Así que te imaginarás lo que será para el pollo de avestruz romper el cascarón (quizá te suene raro lo del pollo de avestruz, pero esa era la palabra que usaba la persona a quien estoy citando, que lamentablemente no recuerdo ni quién era ni cómo se llamaba, sólo que estudiaba la Maestría Ejecutiva del IPADE en Monterrey). Pues me seguía contando que al primer pollo que empezó a romper el cascarón en su nuevo negocio rápidamente lo sacaron de la incubadora para ver cómo se rompía. Casi me imagino como esas películas en las que está a punto de nacer un “dinosaurio” (como en Parque Jurásico) o un “dragón” (como en Harry Potter). Todos en la empresa viendo cómo rompía el cascarón. Y viendo. Y viendo. Y viendo, y el pobre pollo no avanzaba, iba poco a poco. Así que mi amigo, en un acto de benevolencia con el pollo le ayudó un poco, rompiendo algunos pedazos del cascarón; en ese instante apareció el veterinario, quien no grito antes un “no” rotundo porque no le dio tiempo… efectivamente, lo peor que le podías hacer a ese pollo de avestruz era ayudarle a romper el cascarón… pocos días después ese pollito, inutilizado por la ayuda, moría, mientras que los siguientes que se pasaron horas para romper el cascarón, iban creciendo hasta la edad adulta.

Creo que todos hemos pasado penalidades en la vida. Y nos gustaría que la gente que depende de nosotros no las pasen. Muchos papás y mamás protegen tanto a sus hijos que al final los hacen bastante inútiles, como pollitos de avestruz ayudados. Personas que no son capaces de enfrentarse ni a nada ni a nadie, porque toda la vida han tenido la ayuda de todos.
Hace años me contaron una historieta de un niño. Cuando llegó a la edad de empezar a hablar, no decía nada; y siguió creciendo y no hablaba. Entendía perfectamente, pero no hablaba. Y así creció hasta la edad del uso de razón. Como no hablaba los papás lo llevaron al pediatra, al otorrinolaringólogo, al psicólogo, al psiquiatra, y a todos lados; y el niño seguía sin hablar. Por lo demás, su comportamiento ero perfectamente adecuado a su edad. Siguió creciendo, y cuando el niño tenía ya 34 años, un día, mientras desayunaba le dijo a la mamá: “mamá, pasame el azúcar por favor”. La prácticamente cayó inmediatamente de rodillas dando gracias al cielo por el milagro de que su hijo al fin había hablado. Y comenzó a preguntarle cosas, y el hijo contestaba perfectamente, con razonamientos adecuados, y con perfecta dicción y demás. Al final la mamá le hizo la pregunta que todos tenemos en la cabeza: “¿por qué no habías hablado?” A lo que el adulto joven contestó: “porque toda la vida lo habías hecho perfecto; en cambio ahora se te olvidó el azúcar”.
No deja de ser una historieta. Pero a veces así lo hacemos… no queremos que “pasen lo que yo pasé” así que les ayudamos tanto que los inutilizamos, no les preparamos para la vida, que exigirá esfuerzo, enfrentar problemas, arrostrar dificultades, de vez en cuando pelearse, defender sus posturas, ceder otras ocasiones, ganar en un deporte, saber perder…  y si durante su niñez les ayudamos para “que no sufra”, lo que se logra es que sufra más. Es como si aquella frase del evangelio que “cada uno tome su cruz y me siga” se convierte en “los papás tomen la cruz de sus hijos, para que no sufran”. Y en lo que termina es en unos niños tan mimados que son incapaces de aguantar un “no”,  de defenderse, de atacar. Así como el pollito necesitaba pasar por el sufrimiento de romper el cascarón para desarrollar todos sus músculos (y demás… qué sé yo de anatomía de avestruces), así los niños y niñas necesitan enfrentarse con las dificultades para ser fuertes, una virtud muy admirada pero poco fomentada.
Ando con una inquietud en la cabeza, y para resolverla me hice la pregunta de cómo entrenaba un campeón de tenis. Pues si es campeón, obviamente es el mejor  y ni modo que entrenará con un sparring. Porque si el sparring es bueno y le gana, pues él tendría que estar en los campeonatos también… la cosa es que estaba con esa duda. Así que Juan Pablo, mi asistente, me hizo el favor de encontrarme un video –algo viejito- con el entrenamiento de Roger Federer en sus mejores épocas (sigue siendo de los mejores, pero no es el número 1 ahora).  Y me sorprendió cómo le exigían en los entrenamientos físicos (carreras, fuerzas, pelotas medicinales, muchas pelotas de tenis al mismo tiempo, pesas, etc…). Y me imagino que los otros también entrenan igual. Y por eso los admiramos, porque son fuertes, capaces de superar 3, 4 ó 5 horas de partido, y luego jugar dos días después. Y ahora los niños o niñas con la sobreprotección que a veces le dan los papás se convierten en personas débiles, que serán incapaces de conseguir logros.
En México han sacado una película (que todavía no he tenido la oportunidad de ver) que critica esto: “Nosotros los nobles” se llama, y ha tenido un éxito inesperado. Plantea esta problemática. También recientemente un artículo del WSJ habla sobre lo mismo en México. Adjunto el link porque es muy interesante. http://online.wsj.com/article/SB10001424127887324021104578550051092524188.html?mod=WSJS_actualidad_LeftTop
He venido pensando en este post muchos días. En cómo enfocarlo. Por supuesto no se trata de que los hijos, hijas o subordinados sufran. No. Se trata de fortalecer a las personas. Y eso es no quitarles las dificultades, sino dejarles que las afronten, aunque les cueste. No pretendo hacer un tratado sobre la virtud de la fortaleza, pero es una virtud tan necesaria que pobre de aquella persona que no la ha adquirido. Como de todos modos encontraremos el sufrimiento y las dificultades, aquella cruz que decía arriba se convertirá para ellos en una pesadilla, en un infierno, porque no están preparados. Los antiguos decían que la fortaleza tenía dos actos: sustínere y agrédere. El sustínere es el aguantar, soportar, resistir; el agrédere es el agredir, golpear, salir adelante.
Ambas facetas de la fortaleza las necesitamos. Aguantar las dificultades, la paciencia, la perseverancia, el sortearlas… Si no, ante la primera dificultad daremos el famoso CTRL+ALT+DEL y comenzaremos de nuevo un nuevo juego, como si la vida fuera un juego. Y por eso a veces las dificultades en la familia, en el trabajo o en donde sea se resuelven “reseteando” aquella familia o aquel trabajo. Pobre del niño que llega a la adolescencia sin algo de entrenamiento a esto…
Pero también necesitamos el atacar el proponerse metas. Si no, las metas serán tan superficiales que no habrá forma de que aquella persona logre algo en la vida. Será un don nadie; muy probablemente con mucho dinero, pero él personalmente no ha hecho nada en la vida. Como aquel dicho castellano, del que hay muchas versiones y copio aquí de un libro de Pérez-Reverte: “Abuelo merodeador, padre caballero, hijo garitero y nieto pordiosero.” El papá que no educa a su hijo en la fortaleza, terminará siendo un garitero y su nieto un pordiosero…
Y esto se da en las sociedades también… muy duro. Los primeros colonos colonizan y arrostran muchas dificultades; y se esfuerzan para que sus hijos puedan tener un mejor nivel de vida. Quizá a los hijos también les cuesta, pero a los nietos ya están totalmente “aburguesados”. Y la sociedad fácilmente se puede descomponer.
En fin. El tema da para muchísimo más y no quiero seguir. Los niños, los jóvenes, la gente menor, tiene que “equivocarse” para aprender. No queramos dejarles el camino sin dificultades. Que esas dificultades son buenas para prepararlos para otras que les vendrán.
Espero que me haya explicado un poco con estas ideas tan desordenadas.
Nos vemos a la próxima.

PD: minutos después de publicar esto, logré añadir el artículo del que adjunto un link, que complementa este: http://javierduarteschlageter.blogspot.com/2013/06/el-pollito-inutil-de-la-avestruz.html