El método socrático

En estos días de muchas clases de filosofía política que estoy recibiendo, han salido muchos temas. Uno de ellos muy “conocido” por mí –o eso suponía- es el método socrático.

Sócrates, uno de los grandes filósofos de la antigüedad griega tenía un método de enseñanza. Un método de enseñanza que, según algunos autores, es el único método que sirve para educar (conste que educar no es sinónimo de enseñar-aprender). Ese método socrático tiene dos momentos.

a. Momento negativo. Podría decir que éste es el momento de la ignorancia. Es hacerte ver que sos ignorante, que no sabés nada, que todo lo que suponés (palabra muy interesante) no es la visión completa de la vida; en definitiva, que no tenés la verdad. Es un momento negativo, porque te hace pedazos intelectualmente, te masacra interiormente, te rehusás a aceptar que padecés una ignorancia –o sólo falta de conocimientos- que te pone al nivel de un niño de brazos (desde el punto de vista intelectual). Desde esa caída intelectual es desde dónde se puede arrancar el conocimiento.
Esta ha sido una buena parte de lo que me ha pasado en estos cuatro días de clase. Sentirte apabullado por tu propia ignorancia o por lo poco que sabés, que reafirma lo que comentaba hace algunos días, que no sé nada, que no sabemos nada. Pero al mismo tiempo es un gran ejercicio  de humildad y sencillez intelectual, que te prepara para lo venidero, el momento positivo, el momento del crecimiento intelectual.

b. Momento positivo. Este momento es desarrollado por Sócrates con un nombre griego: mayéutica. Es sacar de cada uno lo mejor. A veces algunos lo comparan con un parto intelectual, un parto con dolor, con sufrimiento, pero que al final de cuentas, como una buena madre, sufrís los dolores para tener a un hijo –en este caso del intelecto-, porque vos mismo has generado tu idea. Alguien “te ha sacado” tu idea que no olvidarás, porque es totalmente tuya, generada por el movimiento de tu intelecto, que quizá lo tenías un poco oxidado. Después de la “engrasada” del momento negativo, es más fácil que éste empiece a trabajar generando ideas, asimilando nuevas ideas, poniendo atención a lo que el Maestro dice. Y luego, relacionando conocimientos, historias, anécdotas, que te pueden servir para ayudar a nacer más ideas. Dicen que el método socrático sólo funciona cuando el que está siendo educado se «enamora» del tema, que al final se termina aprendiendo.

Pues es a lo que me he dedicado con mis compañeros en estos días. Cuando empecé esta Maestría-Doctorado me pregunté cómo debía apuntar. Tenía tres alternativas: computadora, ipad o de la forma tradicional: vil papel y pluma fuente (y algunas plumitas de colores para subrayar, regalo de una preceptuada del IPADE; perdón por el comercial, pero seguro le gustará salir mencionada aquí). Al final decidí usar la forma tradicional. Después de 4 días de clases, de cinco períodos diarios de 45 minutos, llevo 45 páginas anotadas… mi “técnica” de estudio también incluye la transcripción de estos papeles. Allí llevo transcritas 17 páginas que se han convertido en 11 páginas en Word…. Voy muy retrasado… porque luego viene la asimilación de estos conceptos, el hacerme un esquema mental (así funciona mi cabeza) para entender adecuadamente y poder luego reproducirlo en el temido examen… bueno, aparte de leer los 20 artículos y dos libros que nos han dado de complemento. No es que me esté quejando; al contrario, me está encantando mucho.
Hoy me escribía un gran amigo, colega, compadre, coautor de unos libros –Lorenzo-  y me preguntaba: ¿cómo vas? A lo que le contesté también lacónicamente: “me están rompiendo la cabeza y todos mis esquemas”. Quizá le exageré un poco, porque no todos los esquemas me los están rompiendo, pero sí unos cuantos, más de los que me hubiera gustado…
Ya escribiré algunas otras cosas más… creo que de cada clase podría salir un buen artículo para este blog de “muchos argumentos” como he pensado llamarlo. Así que en cuanto termine esta semana y logre transcribir todo y asimilarlo un poco, empezaré a compartir aquí estos días de renovación intelectual. (También me servirá para preparar el examen, así que será una obra con doble intención).