Alvira

Hoy tuve oportunidad de estar en tres clases con Rafael Alvira. Si Dios quiere, seguiré en clases con él toda la semana y el lunes próximo, pues estamos iniciando una Maestría en Gobierno y Cultura de las Organizaciones. El título lo dará la Universidad del Istmo de Guatemala, pero será dado por Profesores (o Catedráticos) de la Universidad de Navarra… será un reto por la dedicación de tiempo que tendremos que dar los 27 que estamos iniciando esta maestría. Si Dios quiere, y también los profesores de la Unav quieren, este master nos facilitaría la entrada al Doctorado con el mismo título –ahora sí- de la Universidad de Navarra. A ver que pasará en este tiempo.

Pero hoy quería comentar algo de Rafael Alvira, el director del programa master y el primer profesor que nos está dando clase. Apareció sin ningún papel enfrente. Para los que hemos dado clases, aparecerse en el aula sin papeles es una cosa que no cualquiera lo hace. Empezó presentándose, disculpándose por su voz (realmente la tiene mal), y comentando algo del programa. Hubo un momento que hizo una recopilación de lo que había dicho y el orden en el que lo decía… allí me fijé que sí tenía un esquema de lo que estaba dando.
Después de darnos una clase introductoria a la maestría, empezó el tema tal cual. La materia que llevamos con él es Filosofía Política. Obviamente es un tema que muchos tenemos absolutamente controlado, porque no sabíamos nada, así que nada nos inquietaba… Alvira siguió sin un papel y nos empezó a descontrolar. Hablando tranquilamente, con coherencia, transmitiendo sabiduría, presentando los conceptos bellamente (la belleza había sido un tema tratado en la primera clase, por lo que sabíamos que la belleza es lo primero que mueve a las personas, y que todo lo tenemos que presentar con belleza), poniendo en “común” la verdad… aaaaahhhhh qué maravillosa manera de expresar la verdad, como algo común, que no es mío, sino de todos, por eso no podemos ceder en la verdad, nadie puede ceder en la verdad, porque la verdad es una común-unión, algo que se comunica en el plano intelectual…
Alvira insiste que la filosofía (no lo he dicho, pero es filósofo) ha de terminar en praxis  en algo práctico. Así pone de ejemplo que la ciencia ha tenido tanto éxito, porque termina en ciencia aplicada, a través de los experimentos: es la técnica. Pues dice que la filosofía ha de ser también aplicable, ha de terminar en la praxis. Y aquí entra la comunión existencial a través del bien… un tema para profundizar mucho.
En la clase de la tarde se soltó un poco más y contó más anécdotas  y chistes… y lo pasamos bien todos los que estábamos allí, ¡estudiando filosofía a las 3:00 pm! No me fijé si alguien se durmió, porque como alumno aplicado, estaba sentado en la primera fila. Pero me imagino que no. Contó un par de anécdotas de sus papás. Cuento una de su papá y otra de su mamá.
Decía de su mamá que una vez, siendo él universitario, organizó una actividad en el Colegio Mayor en el que vivía (tipo una residencia universitaria). Sus papás asistieron. Al final, uno de los universitarios le comentó: “Tu mamá nos veía a todos los residentes como si fuéramos sus hijos”. Estoy sacando de contexto la anécdota, pues Rafael la ponía en  un contexto donde cazaba perfectamente. Pero me pareció una anécdota de un calibre fuera de lo común.
Paso a la de su papá. Decía que su papá le tenía miedo a la palabra “ya”. Porque esa palabra puede significar, en muchas ocasiones es como un mal acostumbramiento; es como hacer una suposición,  un supuesto, que nos lleva a la detención en el proceso intelectual y en el proceso afectivo, llevándonos al retroceso. (Antes de publicar, vuelvo a releer estos apuntes… y me he fijado que esto quedó muy filosófico… a ver si lo logro explicar). Cuando uno supone cosas, lo hace porque se ha mal acostumbrado; y obviamente eso no es bueno, porque nos detiene en el aprendizaje, en las relaciones de afecto. Y en estos temas, no hay detención, sino que todo se traduce en retroceder.
Cuando nos contaba las anécdotas de sus papás, nos pedía disculpas por  hacerlo de algo tan personal. Por supuesto que nos contó bastantes otras anécdotas no de sus papás… pero las de sus papás tenían un tinte especial. Entre otras cosas porque ambos están en proceso de beatificación y canonización. Él no lo ha dicho, pero yo lo sé…
(Para muestra un botón. Hablando de belleza, uno le decía a otro: «No podrás negar que la fulana de tal es bella». A lo que el otro le contestó: «mmmm… hablá con ella dos veces y verás que no es tan bella»)
En fin. Creo que ya no contaré más cosas del profesor… sólo del contenido… esa será mi principal ocupación de estos días, así que será fácil escribir de algo que te pasás oyendo todo el día. Y además, dicho sea de paso, me sirve para elaborar más sobre lo visto en clase. Siempre poner por escrito las ideas las afianza más; bueno, a mí me las afianza más. Feliz noche.