Cicerón (I)

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La figura de Marco Tulio Cicerón no me resulta desconocida, porque hace unos años leí la famosa novela-histórica de la escritora Taylor Caldwell, «La columna de hierro». (Que por cierto, es lectura obligada para los abogados).

Cuando tomé el curso de retórica, Cicerón fue el más presente en dicho curso, pues fue conocido como un gran retórico, el mejor orador de la Roma democrática, en los últimos estertores de esta forma de gobierno, antes de que pasara a ser un imperio.

Hace unos días, previos a la Navidad, recibí un mail donde anunciaban que Robert Harris había terminado la trilogía sobre Cicerón. Investigué un poco mas de Robert Harris, y descubrí que ya había leído un libro escrito por él, sobre un «negro» (así se llama, perdón si alguien se ofende) que ayuda a un Primer Ministro inglés a escribir su autobiografía; éste libro me encantó, así que decidí probar con el primer tomo de la vida de Cicerón, que Harris tituló «Imperium».

Con la ventaja de los libros electrónicos, no tuve que esperar mucho tiempo para conseguirlo: sencillamente le piqué a la Ipad y ésta me indicó cuánto costaba y que podía bajar  una muestra del mismo. Bajé la muestra y empecé a leer. Empezar a leer y quedar prendado del libro fue todo uno (frases de este estilo las he leído muchas veces en libros, y siempre había querido escribirla… ¡aquí la puse!).

Harris se vuelve magistral, pues hace escribir a un esclavo de Cicerón como si fuera el autor del libro. No es una biografía tal y cómo se entienden éstas. Sino más bien, cuenta cosas de la vida de Cicerón. Apenas voy por un 70% del libro que es cortito -unas 350 páginas en formato digital para Ipad- pero me ha encantado.

Imperium se titula el libro, manifestando el tema que tocará, que es la llegada al poder de Cicerón. De hecho empieza ya siendo Cicerón Senador, pero debido a su falta de antecedentes familiares, no pasa de ser un Senador de las últimas filas.

Le puse número (I) a este post, porque pienso que serán tres libros que me darán para verter mis opiniones sobre lo que he ido leyendo. Además de descansar, éstas lecturas te dejan algo.

Como no he acabado este primer tomo, no puedo tampoco sacar conclusiones sobre todo el libro. Así que me restrinjo sólo a un par de citas que el autor pone en boca de Cicerón, y que de alguna manera me golpearon. No sé si son originales de Cicerón o son de Harris.

Transcribo la primera: «El problema de Lucio (un pariente cercano de Cicerón) es que cree que la política consiste en luchar por la justicia. La política es una profesión«.

Me quedé dándole vueltas a la frase. Y tiene sus cosas. Por un lado considero que ambos tienen razón: porque la política es una profesión, pero de alguna manera debe ser ese luchar por la justicia. Quizá Cicerón no podría haberlo dicho, porque es un concepto fuera de su tiempo, la política, o los políticos, lo que deben hacer es buscar el bien común. La justicia es parte de ese bien común.

A medida que voy leyendo este primer libro, llego a la conclusión de que muchos políticos siempre han tratado de buscar lo que les importa personalmente a cada uno de ellos. Unos músicos-comediantes argentinos, en uno sus shows dicen algo así: «ha sabido sobreponer a los mezquinos intereses partidistas, los supremos intereses personales». Eso ya ocurría en la democracia romana, y sigue pasando en muchos países.

(Hago la aclaración que así como en la Roma había grandes prohombres que sí buscaban el bien de los ciudadanos romanos, también ahora existen políticos -ojalá fueran más- que buscan el bien común).

Esta es la primera frase que marqué hoy.

La segunda es posterior al primer triunfo serio de Cicerón, venciendo al mejor abogado de Roma. Cicerón, en su primera acusación -siempre había sido abogado defensor- logra destruir la defensa de Verres, un político de los descritos arriba, donde los supremos intereses personales eran super-supremos.

Y la frase dice así: «Con aquella tarea Cicerón conoció por primera vez el sabor del poder -que normalmente consiste en elegir entre opciones igualmente desagradables-, y le pareció muy amargo«. Este es el imperium de Cicerón, y el sabor de esto era amargo.

Esta frase me gustó por dos razones. La primera es que cuando uno tiene mando, tiene autoridad, o tiene poder, ésto conlleva siempre un amargor en lo que uno decide y pone en práctica. No se puede quedar bien con todos, por lo tanto siempre hay que tener presente que mandar, implicará dolor.

Pero también me gustó por la razón de la elección, de la decisión, que es un tema sobre el que vengo trabajando desde hace algunos años. Cualquier decisión siempre implica renunciar a las alternativas que se le presentan para escoger. En cambio, aquí se le da un matiz interesante, porque dice que se debe escoger entre opciones igualmente desagradables. Y es que a veces, así termina resultando la decisión, la elección: entre dos alternativas (o más) que no nos dejarán tranquilos, y por eso encontraremos el amargor al final de la misma.

Espero poder seguir escribiendo más adelante sobre el gran Cicerón.