49’s



Me imagino que entre los lectores de estos documentos hay algunos fans del futbol americano, y específicamente de los llamados cuarentainueves. Nunca había sabido del porqué de ese nombre. Por mi examen de «Sentido y elementos básicos de la actividad económica» se me ocurrió escribir un caso para ejemplificar los conceptos que nos pedía el profesor en el examen, así que se me ocurrió escribir sobre la fiebre del oro, y salío lo que sigue (Sólo le quité las fotos de los anexos, que no quedaron bien al pegarlas aquí).

Forty-niners[1]
Charles[2]iba en el tren de San Francisco a New York. Recientemente habían terminado de empalmar los rieles y ahora se podía hacer ese trayecto directamente; se había logrado conectar ambas ciudades por tren. En 1848, cuando él hizo el viaje en sentido contrario –acompañado de su esposa y dos pequeños hijos- había recibido el apodo de argonauta, porque había salido desde New York por barco, y después de casi 6 meses había llegado a un pequeño pueblo hispano-mexicano llamado San Francisco. Ahora, sólo tardaría unos cuantos días en regresar a su ciudad natal, New York. Mientras iba sentado en aquel asiento de madera, Charles rememoraba lo que había vivido esos 22 años que estuvo en California.
Sutter’s Mill
John Sutter –nacido en Suiza- había recibido del gobierno mexicano una concesión de territorios en California. Se ubicaba cerca Coloma, en las inmediaciones del Río Americano (Véase Anexo 1). Algunos años después de haberse establecido Sutter en Coloma, Estados Unidos había firmado la paz con México tras dos años de guerra. En esa paz se establecía que el territorio en el que se encontraba el latifundio de Sutter pasaba a ser parte de la Unión Americana, junto con más del 55% del territorio mexicano de esa época.
Cuando Sutter se estableció en Coloma, había pensado construir un imperio agrícola en allí. Mientras su capataz James Marshall -junto con otros empleados-, construía un molino de harina encontraron unas pepitas de oro. La firma de la paz y el  descubrimiento de las primeras pepitas de oro fueron prácticamente a simultáneo, tan solo unos días de diferencia, a inicios de ese año 1848. Entre el descubrimiento del oro y la publicación de la noticia también pasaron pocos días, y a medidos de marzo Samuel Brannan publicó la noticia en el periódico donde era empleado –The Californian-, y pasó gritando por las pocas calles que tenía San Francisco, una población de 1,000 habitantes. Eso sí, el grito de “oro en el Río Americano” se oyó en casi todo el planeta.
Pronto el Señor Sutter perdió a sus empleados, y posteriormente su ganado y por último su tierra. Todos sus empleados se dedicaron a buscar pepitas de oro en el Río Americano; la práctica totalidad  de los 1,000 habitantes de San Francisco decidieron ir a probar suerte también buscando oro en Coloma –eran a poco más de 150 kilómetros de distancia-, dejando a esta ciudad convertida prácticamente en un pueblo fantasma. Con la llegada de estos primeros buscadores de oro, y luego las oleadas posteriores, el ganado de Sutter pasó a ser alimento de muchos, y las tierras que tenía en concesión pasaron a ser explotadas por todas estas personas. El imperio agrícola de Sutter se transformó en la fiebre del oro de California.
Noticias en New York
Charles escuchó pronto la noticia del descubrimiento en New York y rápidamente decidió viajar a San Francisco, para desde allí llegar hasta el Río Americano. La única forma de llegar, en ese momento, era tomar un barco y rodear todo el continente americano. Charles llegó a San Francisco a finales de ese mismo año; era de los primeros foráneos que llegaban a buscar oro. San Francisco todavía presentaba aspecto de pueblo fantasma, pero rápidamente encontró la tienda de suministros de herramientas para buscar oro. Su propietario y único empleado, por el momento era Samuel Brannan, quien después de correr por todo San Francisco gritando “oro en el Río Americano”, había comprado toda la herramienta de la zona, fundando una pequeña ferretería.
La siguiente escala de Charles antes de ir a buscar oro fue a un pueblo recién fundado por el suizo Sutter, llamado Sacramento, muy cerca de Coloma. En Sacramento, Charles se enteró que a los pocos días de su salida de New York había salido publicado en un periódico de la costa este que efectivamente habían encontrado oro en California; y que a finales de ese año, el Presidente James Polk había anunciado ante el Congreso ese maravilloso descubrimiento. Además Brannan tenía instalada en Sacramento una pequeña tienda de herramientas.
Charles pasó tres largos años buscando pepitas de oro en diversos lugares, todos relativamente cercanos a Coloma. Junto con su esposa y sus dos hijos grandes –en esos tres años habían nacido una hija y un hijo más- había pasado cribando la arena de los ríos, encontrando pequeñas pepitas y una que otra más grande (Véase Anexo 2). Con alguna frecuencia visitaba San Francisco para comprar diversas herramientas y alimentos que era más difícil encontrar en Sacramento.
San Francisco
Le había llamado la atención el crecimiento de San Francisco. Oía rumores que sólo el año 1849 habían llegado a ese puerto alrededor de 90,000 personas, -gambusinos les llamaban, usando una palabra mexicana- para ir a buscar oro. Muchos de ellos habían seguido su camino por el Cabo de Hornos; otros habían atravesado el istmo de Panamá en mulas y canoas;  otros tantos habían llegado atravesando todo México, desde Tampico o Veracruz en el Golfo de México hasta Mazatlán en el Pacífico. Algunos habían llegado desde Europa –muchos desde Francia- y otros desde China y Australia. Los llegados en ese año -1849- empezaron a llamarse “forty niners”. Pero la ruta preferida por los gambusinos atravesaba por tierra todo el país; le contaban que sólo ese año habían llegado por tierra alrededor de 45,000 personas.
El pequeño pueblo de San Francisco -casi abandonado cuando llegó Charles-, en 1850 era una boyante ciudad de 25,000 habitantes. El flujo de entrada de barcos al puerto de San Francisco era constante; los comerciantes de alguna manera también habían encontrado una mina de oro en  California. El flujo de salida de barcos del puerto prácticamente no existía, porque la mayoría de las tripulaciones se quedaban a buscar oro. Charles veía en la bahía una especie de cementerio de barcos, con los mástiles señalando las mañanas soleadas de San Francisco que indicaban las lluviosas tardes (Véase Anexo 3). Los comerciantes pronto convirtieron los cascos de los barcos en bodegas, tiendas, bares y hoteles. La ciudad de San Francisco y California seguían creciendo.
California
Cuando Charles llegó a Coloma, no existía un gobierno como tal. California era un territorio con una ocupación militar de los Estados Unidos, y en la práctica no había leyes. A falta de autoridades los gambusinos se guiaban por una mezcla de leyes mexicanas y estadounidenses, y principalmente por su criterio personal. Así Charles pudo aprovechar la falta de legislación mientras extraía oro en los primeros tiempos de su llegada. Pero menos de dos años después de la llegada de Charles, California fue aceptado como el Estado número 31 de los Estados Unidos de América, y los tres niveles de gobierno –Federal, Estatal y Local- empezaron a funcionar.
Gambusinos y Pasteleros
Charles, su esposa y sus pequeños hijos aprendieron pronto a cribar la arena de los ríos. Al llegar en 1848 Charles había construido una pequeña casa de madera cerca del Río Americano, que pronto abandonó cuando tuvo que trasladarse a otro lugar para seguir buscando oro. La segunda casa tuvo también el mismo fin, así como dos casas más. Pronto se encontró construyendo una casa un poco más grande en Sacramento, donde quedarían buena parte del tiempo su mujer y sus hijos, mientras él iba a cribar a lugares más lejanos. En Sacramento sus hijos podían asistir a una escuela para aprender algunas cosas que él y ella nunca habían podido conocer. En su nueva casa de la ciudad, la esposa de Charles se ganó la fama de hacer unos deliciosos pasteles de manzana; pronto, sus hijos empezaron a vender entre sus compañeros de escuela pequeñas porciones, y en unos cuantos meses tenían el primer negocio de pasteles de esta nueva ciudad.
El oro de Charles
Las primeras pepitas que encontró Charles las utilizó para cambiarlas por comida, vestido, madera, clavos, y algunas otras cosas que necesitó para sus primeras casas. Antes de cambiarlo, pesaban y valoraban el oro. Charles se enteró que los comerciantes a quienes él les entregaba el oro, a su vez lo usaban para pagar las mercancías que llegaban en los barcos. Con los años Charles había acudido a los bancos para dejar su oro. Los bancos, a cambio, le entregaban unas notas de crédito, con garantía en ese oro. Poco tiempo después, esas notas de crédito eran billetes. A Charles le gustaba más cuando le daban unas monedas de oro bien acuñadas por la Casa de Moneda de San Francisco que abrió sus puertas en 1854.
Para 1850 casi no quedaba oro en las arenas de los ríos cercanos, y los gambusinos habían empezado a moverse hacia otros lugares de California, principalmente hacia el norte. Charles, por el contrario, había decidido unirse a una explotación que un ingeniero venido de la costa este había instalado. Habían desviado un río y cribaban la arena que quedaba en el cauce; también tenía un molino que trituraba el cuarzo antes de lavar el oro (Véase Anexo 4). Esto le dejaba menos ingresos, pero se sentía seguro con el salario que le pagaba su patrono.
Regreso
En 1870 Charles decidió terminar de vivir en California. Sus hijos se habían marchado cada uno a diferentes lugares. Su esposa había fallecido recientemente, y él deseaba pasar sus últimos años disfrutando de las pingües ganancias que había obtenido durante esos años. Habían transcurrido 22 años. Se decía que cerca de 300,000 personas habían llegado a buscar oro o a comerciar con los buscadores. Desde 1855 la fiebre como tal ya no existía. Para conseguir oro ahora había que bregar y ya no tenía edad para hacerlo. San Francisco no era más aquel pequeño pueblo abandonado que lo vio llegar. Sacramento era desde 1854 la capital del Estado de California, y hacía 10 años, en 1860, se había empezado a construir allí el Capitolio del Estado; Charles abandonaba Sacramento sin haber visto concluido esta construcción. La población de Sacramento había pasado de menos de 5,000 cuando llegó en 1848 a 16,000 cuando dejaba la ciudad.
Así que decidió tomar el tren que partía de San Francisco hacia New York.



[1]. Caso preparado por el Licenciado Javier Enrique Duarte Schlageter para uso exclusivo en su examen del curso  “Sentido y elementos básicos de la actividad económica” del Profesor Miguel Alfonso Martínez-Echeverría, de la Maestría en Gobierno y Cultura de las Organizaciones de la Universidad del Istmo, Guatemala.
[2]. Todos los datos presentados en el caso fueron obtenidos de información pública, y pretenden ser históricos. El único personaje no real es Charles y su familia: no fue así, pero pudo serlo.