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El ejemplo ordinario de Lau

Hace unas semanas falleció Laura Ponce de León, quien fue, varios años, Secretaria General del IPADE.

Debido a que salió una esquela en las redes sociales, mis hermanos me dieron el pésame. Como no la conocían, les hice un breve resumen de sus últimos días, que ahora transcribo, con alguna que otra corrección con relación al texto original.

Gracias a todos por los mensajes. A Laura le dio un cáncer de hígado. Se lo detectaron en julio o agosto de 2019. Tuvo unas quimioterapias muy fuertes.

En diciembre de ese año, comenzando su recuperación a este primer ciclo de quimios, coincidimos en un almuerzo en el IPADE. Allí nos contó con gran sencillez toda la historia de su enfermedad. Fue una sobremesa de casi una hora, oyéndola contarnos todo lo que le había ido pasando.

En ese momento las perspectivas eran halagüeñas pues el cáncer seguía encapsulado (rodeando al hígado) y el tratamiento estaba funcionando bien, habiendo disminuido el tamaño del tumor.

En enero de este año empezó con otros ciclos de quimioterapias. Cada vez se le veía más mal. En las reuniones de profesores se le veía muy desmejorada y con la voz cascada. Pero siempre con mucho ánimo.

A partir de agosto o septiembre dejaron de darle quimio porque ya no estaba respondiendo al tratamiento.

Empezó con cuidados paliativos y duró muchísimos meses en muy mal estado.

Cabe decir que no dejó de trabajar hasta junio, cuando ya no pudo seguir haciendo su función de secretaria general del Ipade.

Al final se nos fue el 26 de noviembre. Siempre estuvo muy atendida espiritualmente y sobrellevó la enfermedad con mucho sentido sobrenatural.

Su papá, médico de 90 y tantos años, estuvo con ella siempre… También tiene un hermano oncólogo, qué siempre le fue diciendo que pasaría. Laura estaba muy informada de todo lo que podría suceder. De hecho, nos contaba cómo su médico tratante le decía que no debía preguntar tanto; que debería confiar y no estar esperando que le vinieran los posibles efectos de los tratamientos.

Era una gran trabajadora. Un gran apoyo para el director del Ipade. Era una jefa dura, pero versátil y que sabía escuchar.

Dios la tenga en su Gloria… Y gracias por rezar por ella.

Hasta aquí lo que escribí a mis hermanos. Tengo que decir que a traté a Laura poco, y prácticamente sólo desde el punto de vista profesional.

Una persona que la trató un poco más me decía algunas cosas de ella. Que había sido una GUERRERAZA (me lo escribió en mayúsculas, cosa que yo procuro no hacer, pero me lo decía prácticamente gritando). Luchó mucho. Cuando falleció, esta amiga de Laura rezó el Rosario por ella; lo hizo acompañada con un amigo, vía Zoom. Incluyeron su nombre en cada Avemaría del Rosario. “En el penúltimo misterio, en la 6ª Avemaría ‘la sentí’. Allí estaba Lau sentada con nosotros. No pude terminar de rezar el rosario; mi amigo terminó por mí”. Y me seguía diciendo “pues nada, Lau muy contenta, como si llegara a un cafecito, con la mejor sonrisa del mundo, disfrutando la compañía”.

Dándole vueltas a los años en que coincidimos en el IPADE, debo reconocer su capacidad de trabajo y su entrega en el mismo. “Para Lau su vida era el IPADE” nos contaron que dijo de ella su hermana.

Por lo que sé, también era muy amiga de sus amigas y amigos.

Estuve un par de veces con ella a solas en su oficina, platicando alguna cosa. En una de esas ocasiones, le llevé -de parte de mi mamá- un regalo para el Oratorio del IPADE: era una casulla azul, para que se pudiera usar para las solemnidades de la Virgen. Sacamos la casulla de su envoltorio para que la viera. No dejó de darme las gracias por ese detalle. Así era Lau también: muy agradecida.

Hace pocos días leí un verbo poco utilizado en estas tierras: el verbo yermar, cuya definición es dejar yermo un terreno; y yermo es inhabitado o no cultivado. El verbo antónimo de yermar es precisamente plantar, cultivar, repoblar. Y creo que a Lau se le pueden aplicar perfectamente estos verbos. Ella plantó y cultivó con su trabajo, con su sonrisa, con su alegría. Lo yermo lo dejó poblado.

Gracias Lau por tu vida y ejemplo. Nos veremos, Dios mediante, en algún tiempo. Así que por de pronto goza tu primera Navidad en el Cielo.

PS
Ya habiendo terminado este post, estuve buscando una foto de Laura.  Y me encontré con una nota que puso el 4 de agosto de 2020 en el Facebook. (Le hice unos retoques)

El día de ayer cumplí 10 años de trabajar en IPADE.

¡Cuanto que agradecer!

Sin duda fue la mejor decisión de mi vida; ha sido un tiempo de mucho trabajo, retos, ilusiones, personas increíbles con los que me ha tocado tratar, grandes aprendizajes, grandes amigos.

Siempre estaré agradecida a Susana Alemañy y a Alfonso Bolio Arciniega por esta gran oportunidad.

Y, por supuesto, a Rafael Gómez Nava, que me integró a su equipo de dirección.

Han sido los mejores años de mi vida, su ejemplo, apoyo, respeto, capacidad de trabajo y amistad han llenado mi vida como nunca imaginé.

Me encanta mi trabajo; lo que he hecho, lo que hago hoy y lo que me toque después -si Dios quiere- ¡hasta que me jubile!

Espero de corazón acabar de pasar por mi enfermedad para seguir apoyando en lo que haga falta.

Esa fue mi ilusión cuando llegué al IPADE: “servir, servir, servir”, y creo que así ha sido.

Muchas gracias sobre todo a Dios, a la Obra por acompañarme en esta etapa y a tanta gente en el IPADE que son mi familia.