Personas que inspiran y tan normales como vos.



Con frecuencia me topo en las redes sociales artículos o entrevistas bien interesantes sobre grandes personajes: títulos como “Entrevista al más grande millonario chino”, “Los 7 aspectos que mejoran la persona según Bill Gates”, “Las 10 mejores prácticas de los grandes triunfadores”; y así, muchos artículos que aportan. Y eso cuando no tienes que tratar de leer post que te dicen algo así: “Comió solo zanahoria durante 15 días y ve los efectos que logró” o “Buscó a fondo entre las cosas de su abuela, y adivina qué encontró”.

Me parece que estos post en las redes tratan de decirte: “si vos hacés lo que hizo Bill Gates cuando era pobre (o no tan millonario como ahora), entonces seguro también serás millonario como él en unos años».

Como estoy seguro que no seré un multimillonario como Bill Gates, me gusta más tratar de descubrir a personas que inspiran pero que sean “normales” como cada uno de nosotros; es decir, que puedan ser ejemplos a seguir, personas sobre las que podés aprender en concreto y a nivel de piso;  personas que han superado dificultades, que se han sobrepuesto a la adversidad, y que siguen dando lo mejor de sí en el lugar donde están; que buscan y logran superarse, en pequeñas cosas, y a veces también en grandes… Quiero poner unos cuantos ejemplos de personas que inspiran. No son un modelo glacial para admirar, pero no para imitar.

Alguna de estas personas quizá la reconozcás, porque quizá la tenemos de amigos en común… de cualquier manera, no daré más datos que los necesarios, y procuraré contar con la aquiescencia de ellos para ponerlos aquí.

El primero es una persona con quien me topé  hace casi dos años. Tanto me inspiró que le dediqué todo un post que en su momento llegó a tener el record de más visitas. Me refiero a mi amigo el triatleta, que pasó de no saber montar bicicleta a ser triatleta de altos vuelos. Conocido por muchos, pronto llega a los 40 años, razón por la que lo vuelvo a referir en este post. Por si no lo leíste, te dejo el link: http://javierduarteschlageter.blogspot.mx/2015/06/el-triatleta-metas-faciles-versus.html 

El segundo. Un gran hombre. Nacido en un suburbio de San Salvador. Hombre sencillo, maestro de obras, que ha de salir huyendo de la violencia de su lugar de residencia. Un sobrino suyo, trabajador en Europa, al regresar a su tierra natal se topa con el chantaje de una mara… al final, éstos lo ajustician. Su tío, conocedor de quienes fueron los que hicieron eso con su sobrino ha de salir del país para iniciar una aventura que le llevará a encontrarse con las personas que en su momento ayudaron a su sobrino… y allí está, en un país desconocido, con otras costumbres, como un migrante, y trabajando (como buen salvadoreño) para sacar lo necesario para vivir él y los suyos. Recién tuve oportunidad de conocerlo y me admiró mucho su entereza y su capacidad de trabajo.

Hago aquí un inciso. Sólo pongo cuatro ejemplos de personas que inspiran y que tenemos cerca. No son las únicas, sino que de estas personas es más fácil platicar. Hay otras personas que inspiran, motivan, se aprende mucho de ellas, pero que es más difícil escribir, ya sea porque lo motivado es más profundo o ya sea porque la sencillez de sus acciones no dan para un párrafo… sin quitarle el mérito de ser inspiradoras.



Una alumna de la maestría en la Escuela de Negocios en Guatemala. Joven. Desde los 19 años es emprendedora. Ahora tiene dos negocios, de lo más disímiles, pero con éxito. Una venta de comida en la calle, pero con higiene del mejor restaurante… y una empresa de asesoría en mercadeo (principalmente digital). Le ha tocado remar contracorriente (como a casi todos los emprendedores), y ha salido adelante,  genera fuentes de trabajo. Ser emprendedor no es un camino de rosas, como lo saben todos los que han emprendido… y se necesita paciencia, constancia, perseverancia, sortear dificultades y muchísimo trabajo. Pero ahí está, aprendiendo a delegar, a confiar en los demás, para así tratar de emprender más.

Cuando inició la Maestría en Dirección de Empresas para Ejecutivos con Experiencia en México el año pasado, me pidieron que diera unas sesiones introductorias al método del caso. Al dar esa primera sesión, les hice una pregunta a los participantes, que más o menos fue así: “¿Por qué estás estudiando esta maestría? Hubo múltiples respuestas. 

Hubo una respuesta que rompió los estándares. Fue algo así: “porque para mí es un reto”. Los profesores del método del caso nos ponemos muy felices cuando hay una participación de este estilo, porque es el inicio de un “diálogo” con aquella persona, que enriquece mucho una sesión. Así fue. Empecé a preguntarle cosas, y luego de un rato me di cuenta que ya estaba a punto de “sufrir un ataque de nervios” el participante en cuestión, así que dejé de insistir. Con el caminar del tiempo, me tocó darle más sesiones, y de una u otra manera, hacía referencia a su famosa frase.

Esta persona, con una carrera de tipo humanística, tenía ciertas dificultades con las clases que yo le daba (que son más de tipo cuantitativas). Pasado el tiempo, casi 6 meses después, me tocó darle nuevamente clase (cuantitativa). Le hice una que otra pregunta, pero dentro de lo normal, sabiendo que  el tema que tocaba no era su fuerte. Cuando acabó la clase le mandé un breve mail para molestarle un poco, diciéndole que le “había preguntado poco”, y una que otra cosa más… Al cabo de unos días, recibí la contestación, que me causó mucho gusto, pues me explicaba cómo había ido superando una timidez natural para participar en las clases de la maestría, y que había ido creciendo profesionalmente a causa de la maestría.

Pero al final del mail venía una frase que fue lo que más me movió a escribir estas líneas. Es descubrir a personas que inspiran; personas sencillas, normales, que te mueven el piso con una frase y donde descubres su grandeza. Con su permiso, transcribo ese párrafo. 

“En el trabajo he estado aplicando muchas cosas de lo que aprendo (lo que me dejan jajaja) y pues estoy algo cansado pero la verdad agradecido por tener trabajo y por mi equipo de trabajo que cada día crecen más. A veces se me olvida agradecer por todo lo que tengo pero Dios me ha hecho muy afortunado. Últimamente he estado pensando cómo voy a regresar todo esto que tengo, tengo un par de ideas sociales que espero poder aplicar en el futuro.” 

¿Verdad que está bien este párrafo? A mí me removió mucho. Me cuestioné cosas. ¿Cómo doy gracias a Dios por lo que tengo? A veces pensamos que debe ser una “obligación” de Dios darnos lo que tenemos, cuando es un obsequio de su parte. No hablo de lo material únicamente; sino también de lo inmaterial, de las cosas que hemos podido disfrutar y que no todo mundo tiene acceso a ello: comida, casa, descanso, estudios a nivel superior, ropa, un buen lugar de trabajo, amistades, formación, etc. Como para verdaderamente agradecer a Dios.

Pero mi alumno no se queda en eso solamente, sino que todavía se plantea ¿cómo devolver a la sociedad lo que a mí se me ha dado? Me encantó la idea. No le he preguntado qué  ideas sociales tiene, y tampoco he pensado en cómo puedo convertir también ese agradecimiento a Dios en una actividad que repercuta positivamente en la sociedad menos favorecida.

“Pero te voy a ser sincero”. Este post es una consecuencia de ese mail. Y aquí empieza mi granito de arena. Me planteé, ¿cómo puedo ayudar? Y lo primero que se me ocurrió fue: “escribí sobre esto mismo; da a conocer a quienes te leen esta idea; con eso podés empezar a ayudar”.

Por eso te escribo. Para que podás empezar a pensar en agradecer a Dios lo que te ha dado (a nivel profesional) y luego como retribuir lo que has recibido: un perfecto acto de caridad, que sobrepasa a la justicia.


Te veo pronto. 

P.S. Aunque uno de mis asesores me regaña por no terminar cuando termina, no quiero dejar pasar la oportunidad de agradecer a los 80,000 personas que han ingresado a mi blog. Otra cantidad redonda… 80,000 gracias.