Lo contraintuitivo

La primera vez oí la palabra o expresión contraintuitivo fue a mi querido amigo, colega y maestro Oscar Carbonell.

Y específicamente se refería al famoso concepto de «diversificación del riesgo».

Traté de entender qué significa algo contraintuitivo y creo que en su momento lo capté.

Sería algo como así… todo parece indicar que tu pensamiento te lleva hacia A y realmente es B.

En aquel momento, Oscar decía que, si invertías en más empresas, el riesgo total va disminuyendo.

Y era -y sigue siendo- contraintuitivo porque uno diría que a más empresas donde invierto, más riesgo corro.

Luego, cuando me ha tocado explicar la diversificación, he usado la palabra que le aprendí a Óscar hace más de 25 años.

Contraintuitividad

Hay muchos ejemplos de contraintuitividad.

Hago la aclaración que en el diccionario de la RAE no está la palabra: ni contraintuitivo y menos aun contraintuitividad,

A veces, los chistes son contraintuitivos porque te van llevando hacia un lado, que vos pensás que será hacia donde llega el chiste, y resulta que te sale por otro lado.

En ocasiones se dice que las aplicaciones (las App) o los softwares son bastante contraintuitivos, porque no funcionan de la manera en que uno pensaría que funcionan.

Si busco la felicidad para mí lo más probable es que no la encuentre.

Si busco la felicidad para los que están a mi lado, seré yo feliz también.

En otros post he puesto esta frase que siempre me ha cautivado: darse al servicio de los demás, es de tal eficacia que Dios lo premia con una humildad llena de alegría. Que es una frase totalmente contraintuitiva.

Subasta holandesa

La cosa fue que hace algunos años conocí un sistema de subasta que es tan contraintuitivo, que terminaba siendo «absurda».

Absurdo me pareció a mí, hasta que más o menos logré  entenderla.

Y la conocí como la subasta inversa o subasta holandesa.

Le llaman holandesa porque parece que la utilizan para vender los tulipanes.

Se llama subasta inversa porque el precio no va subiendo en cada puja, sino que va bajando.

Es decir, se empieza en un techo y luego la siguiente puja es hacia abajo.

Al final compra el que ofrece el precio más bajo.

Según yo había entendido la subasta inversa.

Las luces de mi amigo Eduardo

Pues resultaba que no la tenía tan clara como la tengo ahora, después de haberme topado con Eduardo.

A Eduardo lo conocí hace pocos años, y he tenido poco trato con él.

Hemos coincidido mucho, remotamente, pero poco en vivo.

Y podría decir que la primera conversación larga la tuvimos recientemente después de una junta a la que asistimos ambos.

En mis esporádicos tratos con Eduardo me había llamado la atención la simpatía y la permanente sonrisa que siempre he encontrado en él.

En la referida conversación que tuvimos, confirmé ambas cosas, además de conocer más de su trabajo.

Que precisamente es de lo que quiero comentar, porque es un trabajo en una empresa que actúa de manera contraintuitiva.

Eduardo es el presidente de la Bolsa de Productos y Servicios de El Salvador: Bolpros.

Lo que aquí describiré es de lo que nos platicó Eduardo a mi hermana y a mí en una agradable conversación.

(Por supuesto que la Bolsa tiene muchas más funciones que las aquí describo.)

Una vez hecha esta aclaración, me lanzo a contar.

Negociaciones más baratas

Específicamente, Eduardo nos ponía unos ejemplos de cómo desarrollaban su trabajo en la Bolsa de Productos y Servicios, especialmente en apoyo a las compras del gobierno, para conseguir transparencia en las mismas.

Transparencia y ahorros.

Si el gobierno, por ejemplo, desea comprar 1000 computadoras (o la cantidad de sea, se entiende), éste, pone las especificaciones de la calidad del producto.

Esa información se pasa a las casas de bolsa que acuden a sus proveedores y hacen una propuesta de oferta del bien, en este caso, computadoras.

El gobierno estudia y aprueba o elimina a las propuestas hechas por las casas de bolsa.

Después de confirmar que entrarán a concurso se acuerda una fianza.

Y aquí viene lo emocionante, cuando ocurre la subasta inversa.

Cuando hay algún «match» entre los precios de oferta y el precio demandado, empieza la puja.

Empieza con ese precio y va bajando a cada puja en función de lo que se ha establecido: tantos dólares hacia abajo con cada puja.

Si en algún momento pasan unos cuantos segundos (o minutos) sin pujas hacia abajo, el último que ha pujado se gana la venta al gobierno.

Eduardo estaba y está muy feliz de haber ayudado a la transparencia y a los ahorros que ha conseguido a través de la Bolsa de Productos y Servicios.

Quizá algunos proveedores del gobierno no estén precisamente contentos.

Nos contaba que una institución del Estado compraba habitualmente un producto por cierta cantidad de millones de dólares.

Cada año, la empresa -casi en condiciones monopólicas- subía poco el precio: sólo un 8%, para así ayudar al gobierno.

Eduardo logró que esta compra se ofertara a través de Bolpros.

Empezaron con un precio de $10 (por decir algo). La puja fue siendo ofertada hacia abajo por varios ofertantes.

Al final, sucedió que se la ganó la misma empresa que antes vendía el producto al gobierno.

¡Y se ganó la licitación a la mitad de precio: $ 5 de lo que ellos habían ofertado!

Ya le he pedido a Eduardo que me mantenga al tanto de los negocios de Bolpros.

Mi amigo Eduardo

Quizá sólo hace falta hacer una matización final.

Desde el primer recuerdo que tengo de Eduardo, noté una alegría de saludarme y conocerme.

Quizá me había conocido siendo yo un pequeñín y por lo tanto no lo recuerdo.

Luego me fui enterando que ha estado apoyando en alguna de las empresas familiares.

Ambas cosas me facilitaron tratar de corresponder de alguna manera.

Con el transcurrir de los años fui viendo que esa actitud de Eduardo era algo constante: siempre positivo, sonriente y con buenos consejos.

Así que esta conversación ha significado para mí un acercamiento -que el Zoom no puede dar-.

Y puedo decir, con orgullo que ahora tengo un viejo-nuevo amigo llamado Eduardo.

Gracias Eduardo.