Paciencia y Fortaleza

Una de las facetas más feas que tiene el ser profesor se da por estas épocas… y es cuando nuestros alumnos dejan la escuela.

En esta semana los 5 grupos del Medex del IPADE terminan su programa, culminando dos años de mucho esfuerzo y dedicación, renuncias y alegrías, dificultades y satisfacciones.

Debido a la naturaleza de nuestros alumnos (a quienes llamamos participantes) y a la naturaleza del IPADE, la amistad es una consecuencia de esta maestría. Cada equipo forja unos lazos de amistad únicos; y los grupos de igual manera.

Pero también la amistad se da entre profesores y participantes. Como sucede con todas las relaciones interpersonales, los niveles de amistad son innumerables: algunos son más amigos y otros menos. Pero al fin, todos con un nivel de amistad adecuado.

Y aquí viene quizá la faceta más fea de ser profesor: estrujarse el corazón para ponerle a cada uno de esos amigos la calificación que les corresponde.

Así me ha pasado con estos 5 grupos que terminan ahora el Medex. Me ha tocado darles muchas sesiones (a 4 de los grupos me tocó darles dos cursos) y por consiguiente ponerles la calificación. Y luego algunos no quedan muy satisfechos por ella.

Pero en fin. Ahora todo eso queda en el pasado. Ahora todos esos sufrimientos y enojos que tuvieron en su momento quedas superada por la alegría de haber culminado una meta árdua, difícil, de largo plazo… esa maratón que iniciaron hace dos años ha terminado.

El año pasado tuvimos un cambio en un breve curso que damos al inicio del Medex, que la generación que termina no lo recibió. Cuando preparé ese curso quise introducirlo diciendo que para estudiar el Medex el requisito primero (no exclusivo) es la conjugación de dos virtudes: la paciencia y la fortaleza. Por lo que me he enterado, para algunos cuantos (o muchos, no lo sé) esta frase «paciencia y fortaleza» les ha animado después de un examen en el que les fue mal a todos; o después del cansancio de un fin de semana con poca dedicación a la familia; o después de desvelos…

Hace poco, una alumna, les regaló a sus compañeros una galleta, de la que adjunto foto (Chío ya me dio permiso de ponerla aquí)…


Quería así, animarles a que concluyeran la maestría después de un año de dificultades, al mismo tiempo que satisfacciones.

Quienes terminan ahora han ganado una gran batalla. Saben muchas cosas que hace dos años no sabían.

Pero lo  principal no es el conocimiento. Sino las habilidades y virtudes que han desarrollado. El conocimiento se puede perder; de hecho, se olvida con extremosa rapidez. Pero las habilidades directivas quedan. Y las virtudes creo que quedan más arraigadas. Para eso necesitaron Paciencia y Fortaleza.

Así que, queridos participantes, muchas felicidades por este logro. Es un gran logro, cuya alegría borra los sufrimientos vividos en estos dos años. Una meta alcanzada que es ejemplo para quienes los rodean: esposo, esposa, hijos,… y también en su trabajo.

En poco menos de dos meses estarán recibiendo su diploma y su presidente de generación dirigirá unas palabras en nombre de todos, agradeciendo y felicitando.

No queda más que gozar lo que viene en el futuro inmediato.

Personalmente esta penta-generación del Medex me deja muchas alegrías (y por lo tanto tristeza de ese alejamiento natural cuando se acaba un período de la vida). 

Basta decir que en un grupo de esta penta-generación tuve la alegría de dar mi sesión número 2,000 en el IPADE. Los detalles de esa efeméride los tengo en el corazón.

A propósito no he querido hacer referencias particulares para evitar omisiones.

Felicidades. Perdón si alguna vez les ofendí o les defraudé. Y adelante.

No me gusta desear éxitos a nuestros graduandos. Si no más bien me gusta decirles: que encuentres la felicidad en tu vida: que seas feliz.